POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 127

Los pueblos en movimiento

Josep Borrell
 | 

Unos 200 millones de personas, el tres por cien de la población mundial, viven en un país distinto del que les vio nacer. Los emigrantes constituyen así el quinto “país” más grande del mundo.

Y la tendencia es al aumento. El alto comisario de las Naciones Unidas para los refugiados, António Guterres, decía recientemente en el Parlamento Europeo que el siglo XXI será el de los pueblos en movimiento. Con el tráfico de los clandestinos esa movilidad es más visible y dramática, y se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de los países desarrollados tanto como en una forma de resolver sus problemas demográficos.

La inmigración afecta de manera muy diferente al mundo rico, desde Japón, donde sólo el dos por cien de la mano de obra es extranjera, hasta el 15 por cien en Estados Unidos. Su impacto sobre los países en desarrollo es multidimensional y contradictorio, pero tanto para unos como para otros se ha convertido en un elemento clave de las relaciones internacionales, y para los europeos en un poderoso estímulo para la cooperación.

La crisis económica pondrá aún más de relieve los problemas asociados a la inmigración, especialmente en países como España e Italia, donde había crecido rápidamente al compás de una actividad económica que ahora frena bruscamente.

En Italia el discurso xenófobo dio a la Liga Norte un gran éxito en las recientes elecciones legislativas. Los emigrantes se han convertido en los responsables del aumento de la delincuencia y se han producido graves episodios de rechazo a minorías como los gitanos rumanos. En España hemos pasado de 350.000 inmigrantes en 1996 a 5,2 millones hoy, es decir del uno al 12 por cien de la población. Si los hemos asimilado sin demasiados problemas era porque los necesitábamos para compensar una demografía vacilante y…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO