POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1

Mijail Gorbachov y Europa

Michel Tatu
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Desde que Mijaíl Gorbachov llegó a la cúspide del Partido Comunista de la Unión Soviética en marzo de 1985 los interrogantes han surgido una y otra vez en torno a sus intenciones y a su polí- tica exterior en general, y en particular respecto a su política ante Europa. No olvidemos que es en el ámbito de la diplomacia donde los cambios han sido más espectaculares: cese de Andrei Gromyko, el inamovible ministro de Asuntos Exteriores soviético durante casi treinta años; amplia reorganización de ese mismo Ministerio bajo la dirección de Eduard Shevardnadze, un georgiano recién llegado al mundo diplomático; promoción de Anatoli Dobrinín, embajador en los Estados Unidos durante un cuarto de siglo, ascendido a la cabeza de la diplomacia internacional del partido y al rango de primer consejero del secretario general.

Como el propio Dobrinin, se ha erigido también en gran diseñador de lo que se llama en Moscú “el nuevo pensamiento político”, y tal como lo ha mostrado el diálogo ruso-americano desde la reunión de Ginebra a la de Reikiavik, las nuevas ideas y proposiciones soviéticas se han multiplicado a lo largo de todo el año 86, y así cabe pensar que toda la diplomacia precedente ha sido sometida a revisión. Este sería, sin embargo, un juicio precipitado: no cabe olvidar que, si la táctica cambia, los objetivos y la filosofía de las relaciones internacionales sólo pueden ser modificadas con mucha lentitud. Y esto es cierto en todas las naciones, pero lo es todavía más en la Unión Soviética, potencia a la vez tradicional en su concepción del Estado y revolucionaria en su ideología. Con- viene, por tanto, restablecer los fundamentos de la visión de Europa y de su política exterior antes de considerar lo que puede o quiere de todo ello el señor Gorbachov.

Desde 1945,…

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