POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 12

No se puede aprender a nadar por correspondencia

Hans Werthen
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Las distintas ideas puestas en circulación por el Este y el Oeste para proyectar el futuro de sus relaciones económicas se enfrentan entre si, pero si ahondamos un poco en sus formulaciones resultan bastante coherentes. Cada uno de los países del Este depende en gran medida de su situación histórica. He escuchado en primer lugar a nuestros amigos de la Unión Soviética. Son hombres de mentalidad internacional, economistas e internacionalistas, de manera que entienden perfectamente lo que está ocurriendo en el mundo. Saben lo que quieren hacer, pero también saben comprender lo que es viable en cada momento. Después de la revolución de 1917 lo principal fue contar con una economía que permitiera el desarrollo del sector de la energía, el desarrollo de los campos petrolíferos, de la industria de la madera, de la industria del papel, de la agricultura, en el marco de una economía centralizada y dirigida. Luego, la tecnología avanzada en la Unión Soviética, tuvo que dedicarse por razones históricas al sector militar. Los rusos fueron los primeros en lanzar un satélite: artificial, el Sputnik. También sabemos que las academias de ciencias de la Unión Soviética han realizado descubrimientos brillantes, posiblemente poco conocidos en Occidente debido a dificultades lingüísticas.

Hablando de Suecia, resulta curioso el hecho de que las dos familias que más experiencia tienen en relación con la Unión Soviética, sean las dos más acaudaladas del país: los Rausing y los Junsen, que comenzaron a negociar en la Unión Soviética ya por los años veinte vendiendo locomotoras e importando materias primas como el cromo y el níquel. El señor Rausing tiene negocios muy importantes en 102 países y empresas en la Unión Soviética: su opinión es que, aunque no se gane dinero ahora, el hecho no tiene importancia, porque se montan empresas que pueden ser muy…

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