POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 133

¿Puede resolver España el problema de Cuba?

Daniel P. Erikson
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Ha llegado la hora de sustituir la Posición Común sobre Cuba por un planteamiento que se adapte mejor a los diversos intereses y ventajas de los países europeos. ¿En qué medida puede España promover la democratización de la isla y su integración internacional?

A España no le van a faltar retos durante su presidencia de la Unión Europea en el primer semestre de 2010. Los efectos persistentes de la crisis financiera, la evolución de la arquitectura política de la UE y una amplia variedad de desafíos de política exterior, desde la reconstrucción de Afganistán hasta el auge de China, requerirán la atención de los funcionarios españoles. Por eso resulta significativo que España haya señalado que una de sus prioridades durante su presidencia será tratar de conseguir que la UE recalibre su política exterior respecto a Cuba. De hecho, aunque otros países europeos se han centrado en Cuba de forma intermitente durante su presidencia de turno, pocos la han escogido como prioridad, y menos todavía han estado dispuestos a invertir un capital político significativo en renovar la Posición Común de 1996 sobre Cuba para reforzar el compromiso.

España quiere un cambio de la política de la Unión hacia Cuba, y proyecta usar su presidencia para sellar un nuevo acuerdo bilateral. Al hacerlo, España se enfrenta a un desafío de política exterior que a menudo no da más que quebraderos de cabeza. Cuba es desde hace mucho tiempo un irritante problema para la UE, que se ha vuelto cada vez más crítica con el gobierno de los hermanos Castro, pero está decidida a mantener vínculos políticos y económicos con la isla. La política europea hacia Cuba se complica aún más por las controversias políticas en varios Estados clave de la UE, las estrategias divergentes respecto al trato con el régimen de Castro…

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