POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 127

Renace la esperanza

José Enrique de Ayala
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Los ocho años de presidencia de George W. Bush en Estados Unidos han sido nefastos para Europa, especialmente desde que Washington puso en marcha la llamada “guerra contra el terror”, que ha causado división entre los países europeos y ha contaminado la política exterior y de derechos humanos de buena parte de ellos, para terminar con una crisis económica –originada por las políticas neoliberales al otro lado del Atlántico– que está afectando duramente a nuestro continente.

No puede sorprender que la elección de Barack Obama como 44º presidente de EE UU haya despertado en Europa enormes expectativas, especialmente en relación con la posibilidad de que Washington opte por una nueva política exterior que sustituya el unilateralismo por la cooperación internacional, y el empleo sistemático de la fuerza militar para resolver los problemas por un mayor uso del poder blando y del diálogo constructivo. En este escenario, la Unión Europea podría optar a ejercer un liderazgo compartido con EE UU, que incrementaría la esperanza de resolver los conflictos actuales y de evitar el surgimiento o la radicalización de otros nuevos.

Algunas de estas expectativas pueden verse defraudadas, al menos a corto plazo, ya que en una primera etapa la prioridad de la administración Obama será interna: remontar la profunda crisis económica que vive EE UU y, además, su política exterior y de seguridad cambiará de forma muy suave y progresiva, como confirman los más que moderados cambios hechos por el presidente electo en estas áreas. Washington, aunque cambie de tono y esté mejor dispuesto para escuchar los puntos de vista de sus aliados, no va a renunciar fácilmente a mantener su liderazgo con la máxima libertad de acción posible, ni a defender prioritariamente su seguridad y sus intereses por todos los medios a su alcance.

No obstante, la esperanza es audaz,…

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