POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 149

Un FMI renovado para una mejor gobernanza global

Pablo Moreno
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Si en 2007 se debatía la ‘irrelevancia’ del FMI, la crisis financiera desatada en 2008 pronto mostró la urgencia de renacerlo y transformarlo. El objetivo es un Fondo más legítimo y efectivo, que debe concluir el traspaso de su dirección estratégica y gobernanza del G-7 al G-20.

En los próximos meses deben ratificarse las reformas de cuotas y del directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobadas en 2010. Culminará así un profundo proceso de transformación iniciado en 2009 y que ha afectado a todos los frentes principales del Fondo: gobernanza, políticas de supervisión y de préstamo, y sus recursos. Estos cambios dan paso a un FMI más legítimo y flexible que ha recuperado su lugar central en el orden económico internacional, rompiendo un debate no tan lejano que cuestionaba su relevancia. Queda por recorrer el camino de la consolidación de estas reformas para apuntalar el papel del Fondo como garante de la estabilidad económica internacional.

Se trata de reformas que en muchos casos ya estaban latentes, pero que solo comenzaron a implantarse a raíz de la crisis financiera global y gracias a una nueva gobernanza institucional con un mayor equilibrio entre economías avanzadas y emergentes. Interesa analizar aquí los principales cambios en la gobernanza, que ha estado en el centro de las principales reformas de los últimos tres años y que permitirá garantizar que esta transformación tenga continuidad en el tiempo.

Probablemente, en el marco de la teoría de relaciones internacionales, el modelo principal-agente es el más apropiado para analizar la gobernanza del FMI. Los países miembros (el principal) delegan el poder en la gerencia y el personal (el agente), que gozan de amplio margen para tomar decisiones. Sin embargo, el principal mantiene mecanismos de control y la opción de reorientar las políticas. En este sentido, en los últimos años,…

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