POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 12

Una nueva Constitución para una Hungría constitucional

András Sajó
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En algunas partes del mundo es bastante frecuente que la Constitución vigente se interponga en el camino hacia un sistema social constitucional. Parecería que la Constitución húngara, promulgada en 1949 y que, con un sinnúmero de modificaciones, sigue vigente hasta el día de hoy, es una de éstas. Al fin y al cabo, se trata de una verdadera Constitución estalinista. Sí sus redactores, cuando elaboraban esta Constitución, se apartaban un poco de la terminología utilizada en el gran ejemplo, es decir, la Constitución estalinista soviética de 1936, tenían que justificarlo.

En su letra, la Constitución de 1949 es casi atrayente: promete todo tipo de derechos de libertad e institucionaliza toda una serie de instituciones del sistema estatal constitucional. Después resulta que los derechos son mas bien deberes y las instituciones parlamentarias funcionan de modo tal que, entre tanto, y por medio de ellas, se hace valer el papel dirigente del partido marxista-leninista de la clase obrera. El significado real de la Constitución lo podemos percibir con claridad si nos detenemos a pensar que durante la modificación que se efectuara en 1971 se olvidó mencionar, por ejemplo, la igualdad de los ciudadanos. Sin embargo, prácticamente hasta hoy esto no había llamado la atención, dado que nadie habla intentado convertir este documento, calificado como “definidor de tareas”, en la base del sistema jurídico.

En el procedimiento penal y en las medidas tomadas por las autoridades policiales o en la práctica de la prensa los derechos de libertad proclamados en la Constitución fueron siempre interpretados de manera que correspondieran al “interés social”, a los puntos de vista del poder del momento. El Parlamento sólo se reunía lo necesario para poder satisfacer la solemnidad. No obstante, no se debe sacar de ello la conclusión de que Hungría en los últimos decenios haya tenido una…

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