POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 130

Una voz única para la UE

Charles Grant
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Los europeos no deberían permitir que otros diseñen el nuevo orden mundial. Aunque tambaleante y escindida, la UE es parte de la solución a muchos problemas. Para trabajar mejor la Unión necesita una nueva retórica y crear grupos abiertos de miembros dispuestos a avanzar.

En el mundo multipolar en proceso de gestación, ¿cuáles serán las potencias relevantes? Estados Unidos y China, sin duda. India, tal vez. ¿Japón, Brasil y Suráfrica? Todavía no. ¿Y qué hay de la Unión Europea? Hace 10, o incluso cinco años, la UE parecía ser una potencia en auge. Estaba integrándose económicamente, lanzando una moneda propia, ampliándose geográficamente y aprobando nuevos tratados para crear unas instituciones más fuertes. Pero ahora, si bien la Unión goza de respeto por su prosperidad y su estabilidad política, ya no parece una potencia en ciernes.

En muchos de los grandes problemas de seguridad en el mundo, la UE es prácticamente irrelevante. Hablen con políticos rusos, chinos o indios sobre la Unión, y a menudo se mostrarán mordaces. La ven como un bloque comercial que aspiraba a convertirse en una potencia, pero no lo ha logrado porque se encuentra dividida, se mueve con lentitud y está mal organizada. Barack Obama inició su presidencia con grandes esperanzas sobre la UE, pero está aprendiendo rápido las limitaciones de la política exterior y de defensa de los europeos: pocos gobiernos enviarán soldados a las zonas peligrosas de Afganistán, y los países se muestran vacilantes respecto a la manera de lidiar con sus vecinos, con Rusia en particular. A algunos políticos destacados de Washington les preocupa la capacidad de la UE para garantizar la estabilidad en los Balcanes o en los vecinos orientales.

Pero, ¿tiene importancia la mediocre actuación de la UE en materia de seguridad? ¿No deberían centrarse los 27 gobiernos en la consolidación…

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