POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 135

Adiós al ‘sheriff’: Colombia sin Álvaro Uribe

Guillermo Pérez
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Con el ‘no’ al referéndum para una segunda reelección presidencial, Colombia ha vuelto a demostrar la solidez de su democracia liberal y sus instituciones. Las elecciones del 30 de mayo serán las primeras protagonizadas por los candidatos y no la guerrilla.

Colombia es idéntica a sí misma. Fiel a sus pergaminos de país constitucionalista y de leyes, la Corte Constitucional echó por tierra las aspiraciones reeleccionistas de Álvaro Uribe al declarar inconstitucional un referéndum que, de haber sido votado, le habría permitido quedarse hasta 2014. Para algunos tal decisión prueba que es una sólida democracia donde prevalece la separación de poderes, afirmación que debe recibirse con beneficio de inventario, pero en cualquier caso el fallo confirma que Colombia es un caso atípico en el barrio suramericano. Pese a su popularidad, Uribe no pudo conseguir lo que sí consiguieron otros de sus homólogos suramericanos.

Históricamente en Colombia ha habido más institucionalidad formal que democracia real. Es un país de constituciones y leyes. Ha sido así desde los albores de la república. A uno de los libertadores, al general Francisco de Paula Santander, se le conoció como el ?hombre de las leyes?. Así empezó su tradición civilista. El actual presidente de la Corte Constitucional, Mauricio González, afirma con razón que no fue el ideal independentista lo que convocó a las gentes en 1810 sino el deseo de ser gobernados por una autoridad sometida a la Constitución. El propósito de la Junta Suprema, que el 20 de julio de ese año destituyó al virrey y convocó a las provincias a integrar el Congreso General del Reino, era antes que nada redactar y expedir un estatuto constitucional. En dicho congreso se habló de la restitución al trono del «augusto y desgraciado» Fernando VII, pero a condición de que reinase bajo la «dominación constitucional». Bolívar…

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