POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 88

Bush y su oferta para Oriente Próximo

EDITORIAL
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Las relaciones transatlánticas se deterioran. La Unión Europea se separa poco a poco de la administración Bush. La administración Bush es una cosa, otra distinta los Estados Unidos de América. El presidente americano quiere mostrar su capacidad de decisión e ignora, al menos públicamente, a los actuales líderes europeos. Hay que decir en honor a la verdad que los líderes europeos, con pocas excepciones, no se hacen respetar.

A lo largo de los últimos dos años el proyecto de una Unión, en el oeste y el centro de Europa, ha avanzado en medio de las indecisiones y la lentitud; aunque tampoco ha retrocedido. Hemos descrito cómo Europa no puede retroceder: puede volar en pedazos, pero no retroceder. Aunque apenas ha progresado últimamente en terrenos clave: diseño de su reforma institucional; diseño de una política exterior y de defensa; ampliación…

Sí, se han fijado unos plazos para incorporar a diez nuevos estados, pero el electoralismo de Alemania y Francia en un terreno sensible –transformación de los subsidios agrícolas– retrasa los cambios sine die. Francia acaba de pasar por un doble proceso electoral; Alemania se dispone a hacerlo en septiembre. La administración Bush respeta a Europa siempre que sea un fiel subordinado. No parece interesarse por una Europa fuertemente unida, aliada de EE UU aunque mantenga ciertos márgenes de independencia, tal como defendieron sus antecesores, desde Harry Truman a Bill Clinton. Aunque es cierto que Europa se construye en muchos frentes.

No se ha logrado avanzar en campos esenciales Ha faltado en Sevilla un verdadero discurso de la presidencia sobre el futuro de la Unión. Pero ha habido también progresos históricos, casi inadvertidos, por ejemplo el despegue del proyecto Galileo y su dotación con 3.250 millones de euros (podrá generar 18.000 millones de beneficios). Si este proyecto de navegación por satélite está…

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