POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 44

China después de Deng

Editorial
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Casi 20 años después de la muerte de Mao, el gran timonel de la revolución, China se enfrenta a un nuevo cambio de dinastía. El Partido Comunista Chino (PCCh) se sucederá a sí mismo, pero cada vez con mayores dificultades para preservar su legitimidad. Una grave incertidumbre política, y no sólo el éxito de la apertura económica, constituirán en efecto la herencia del hombre fuerte en Pekín desde 1978, Deng Xiaoping. Sus 90 años de edad y su grave estado de salud permiten prever su desaparición a corto plazo, al tiempo que han desatado la especulación acerca de sus posibles sucesores, encargados de conducir China hacia el siglo XXI.

La muerte de Deng permitirá resolver la lucha por el poder en curso desde hace algún tiempo, aunque un período de inestabilidad será difícil de evitar. Se iniciará en cualquier caso una transición, que durará años, de una economía planificada y un fuerte control central a un sistema aún en proceso de definición. Cómo llevar a cabo esta transición constituirá el desafío principal para los próximos dirigentes chinos.

Los sucesores de Deng tendrán dos objetivos fundamentales: la estabilidad social y política y la consolidación de las reformas en una economía más sólida, que no se vea sujeta a sobresaltos. Después de 15 años no se dará marcha atrás en la apertura económica, aunque no puede descartarse ningún escenario pesimista. Existe un amplio consenso sobre el principio de las reformas, pero diversos puntos de vista sobre su adecuado ritmo. Los límites de la acción política son, además, notables: sólo el mantenimiento del crecimiento económico y la mejora constante en el nivel de vida permitirán al PCCh mantenerse en el poder. Lo que ocurre es que las reformas están reduciendo el control de la economía por parte del gobierno y, por ende, debilitando…

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