POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 132

De nuevo, Angela Merkel

Jochen Thies
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Las elecciones de septiembre han dado a Merkel el socio deseado para su gobierno. También han mostrado que 20 años después de la caída del muro de Berlín, Alemania sigue dividido de modo invisible y el sentimiento de felicidad de los primeros años noventa se ha evaporado.

Veinte años después de la caída del muro de Berlín, Alemania sigue estando dividida de manera invisible. Probablemente tendrá que pasar todavía una generación más hasta que el país se unifique realmente. Si analizamos el mapa electoral vemos que la totalidad del sur y el suroeste del país pertenecen a la CDU/CSU. Lo mismo puede decirse de Sajonia, Turingia, gran parte de la cuenca del Ruhr y la totalidad del norte. El SPD sigue teniendo fuerza en los antiguos centros mineros de la cuenca del Ruhr; en el sur sólo ha conseguido un escaño directo en la ciudad universitaria de Friburgo y algunos más en el Palatinado. A esto hay que añadir los antiguos baluartes del norte de Hesse, el sur de la Baja Sajonia, la Frisia Oriental, las ciudades portuarias de Bremen, Hamburgo y Kiel, así como Brandenburgo. El Partido de la Izquierda tiene fuerte presencia en el Este, y ha conseguido en total 16 escaños directos; los Verdes sólo uno en Berlín.

Las transferencias de prestaciones que ha hecho la RFA al Este merecen respeto. Han supuesto un enorme esfuerzo aceptado sin protestas por la población. Casi nadie quiere ver el Muro en pie. Pero el sentimiento de felicidad de principios de la década de los noventa se ha evaporado. El ánimo ha decaído. Ciertamente, el este del país ha hecho grandes progresos. Se han restaurado los centros de las ciudades, se han reparado las infraestructuras, se han creado carreteras y autopistas, el turismo florece en la costa del Báltico y…

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