POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 88

El arte de la guerra de Sun Tzu

Poco se sabe con certeza de este autor. Lo más probable es que se trate de un estratega, en el sentido que le daban los griegos, un conductor de ejércitos, un general, que vivió en China quinientos años antes de Jesucristo.
Miguel Ángel Ballesteros
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Bajo el nombre de Sun Tzu Wu se oculta uno de los mejores pensadores de estrategia de todos los tiempos. Poco se sabe con certeza del autor de El arte de la guerra. Lo más probable es que se trate de un estratega, en el sentido que le daban los griegos, un conductor de ejércitos, un general, que vivió en China quinientos años antes de Jesucristo y que escribió el Bing Fa, traducido como El arte de la guerra. Sin embargo, tampoco faltan los que dudan de la existencia real del personaje, que bien podría ser una leyenda que aprovechó el auténtico autor o autores del libro, para dar así una mayor credibilidad y difusión a sus escritos.

 

El arte de la guerra

El arte de la guerra
Sun Tzu
Madrid: Alianza Editorial, 2014

 

La hipótesis más verosímil es que dada la coherencia, uniformidad y profundidad de pensamiento de los trece capítulos de que consta el libro, éstos hayan sido escritos por una única persona, cuyo conocimiento de la estrategia, entendida como herramienta para alcanzar los objetivos políticos o militares, era profundo, y cuya capacidad de reflexión sobre el comportamiento humano ante un conflicto, era excepcional. En todo caso es probable que fuera escrito en China durante la época de los Reinos Combatientes (481- 221 a.C. ).

Se trata de un libro breve, de fácil lectura pero con la característica de que cada párrafo incita a la reflexión del lector que, seguramente, se sentirá tentado a trasladar el texto que acaba de leer a su experiencia vital en diferentes campos.

La obra es un conjunto de aforismos comentados por otros autores chinos que amplían y explican los textos del “maestro”. Sus sentencias son una continua reflexión sobre el conflicto entre seres humanos, capaces de emplear la guerra para resolver sus controversias. Las reflexiones de Sun Tzu gozan de un alto grado de abstracción y de conceptualización que hacen de El arte de la guerra un texto clásico, útil para la resolución de las crisis en el ámbito de las relaciones internacionales, mercantiles e incluso personales. Allá donde haya un choque de intereses entre seres humanos, los aforismos de Sun Tzu son útiles.

El honor del descubrimiento del libro para Occidente le corresponde al jesuita francés José María Amiot, que en 1776 lo tradujo y publicó en París. Su difusión se debe al inglés Herbert Allen Giles que, a finales del siglo XIX, después de su destino como diplomático en China y siendo profesor de lengua china en Cambridge, tradujo el Bing Fa al inglés, alcanzando la obra gran notoriedad.

 

‘El arte de la guerra’: libro de referencia

Se trata de un libro de referencia en el ámbito militar y mercantil en China y Japón y de lectura obligatoria en la mayoría de las escuelas de Estado Mayor de casi todos los países occidentales. Tal vez sea como dice Thomas Cleary en su prefacio que “el libro sigue teniendo valor en nuestra época por la manera en que el poder se halla continuamente moderado por una profunda corriente subterránea de humanismo. No es solamente un li- bro que trata de la guerra sino también un libro sobre la paz y, sobre todo, un instrumento para comprender las verdaderas raíces del conflicto y de su resolución”.

Sun Tzu es un maestro en la gestión y conducción de las crisis, con el objetivo permanente de evitar la escalada del conflicto, tratando siempre de alcanzar la victoria sin llegar a combatir, algo siempre deseable, al menos en los tiempos actuales. Habla de victoria sin llegar a combatir; se trata de con- seguir la paz por encima del interés por la victoria militar.

La estrategia es el centro de atención de la mayoría de sus trece capítulos, pero no la estrategia tradicional que se circunscribe a la guerra. La estrategia de Sun Tzu es la estrategia del siglo XXI, que sale del ámbito de la guerra para aplicarla en la política, donde se gestionan las crisis.

El autor reflexiona sobre las con- sideraciones previas a la toma de decisiones o, como se denomina en la edición que hemos tomado de referencia: los criterios estratégicos. Establece cinco elementos para evaluar la situación: el camino, el clima, el terreno, el líder y la disciplina.

El camino es el objetivo único, común entre el pueblo y los gobernantes. Coincide en esto el maestro chino con otro insigne estratega, Carl von Clausewitz (1780-1831) que estableció los tres elementos esenciales de la guerra que deben tener un objetivo común. Clausewitz hablaba de un elemento pasional, que es el pueblo; un elemento racional, que es el gobierno; y un elemento volitivo, que son sus ejércitos. Son las “tres patas de la mesa” que deben estar al mismo nivel para que no se caiga. Aunque Sun Tzu no dice nada del tercer elemento, sí deja claro, coincidiendo con las teorías de Clausewitz y con las corrientes actuales, que las fuerzas armadas deben estar sometidas al poder político. Los ejércitos persiguen los objetivos que les fijan sus gobernantes.

 

El liderazgo

Sin duda, elementos como el terreno y, sobre todo, el clima han perdido parte de su protagonismo debido a las nuevas capacidades tecnológicas de los ejércitos. No así el liderazgo que sigue siendo un factor clave a la hora de valorar la situación. En cuanto al quinto elemento, la disciplina, Sun Tzu engloba en ella la organización, la estructura de mando y la logística.

En la actualidad toda situación de crisis requiere un estudio de los siguientes factores: el escenario geográfico, el factor humano, el económico, el sociopolítico y, por último, el militar. Las diferencias con lo que propugna el maestro son fundamentalmente en el ámbito económico y sociopolítico, debido a la importancia y complejidad que han adquirido la economía y las estructuras de las sociedades, de los Estados y de las organizaciones internacionales en un mundo globalizado, donde los conflictos ya no se limitan al choque de intereses entre países vecinos.

Maquiavelo, en su Arte de la guerra escrito en 1521 dice que “el objetivo de la guerra es someter al enemigo a la voluntad propia”. Esta teoría también es compartida por Clausewitz y, a grandes rasgos, también es la idea de Sun Tzu, quien da prioridad al quebranto de la voluntad del enemigo antes del combate y dice: “Desanímalos [a los enemigos] con la perspectiva de tu victoria, sorpréndeles mediante la confusión”.

¿Cuál es la estrategia preferida por Sun Tzu? Mientras que Clausewitz preconiza la acción del fuerte sobre el fuerte, es decir, la aplicación del esfuerzo principal propio del grueso de nuestras fuerzas sobre los puntos fuertes del enemigo, buscando así la acción decisiva, tal y como él había visto actuar a Napoleón, Sun Tzu en cambio, es partidario de golpear los puntos débiles, atacando cuando el enemigo esté desprevenido.

Es un entusiasta del engaño y de la sorpresa. Esto es lo que también propone Liddell Hart, estratega británico que quedó impresionado negativamente por las consecuencias de la aplicación de las teorías de Clausewitz por parte del mariscal Foch, jefe de las fuerzas aliadas, y por el general Moltke, jefe del Estado Mayor alemán, en la Primera Guerra mundial.

La estrategia del maestro chino, es la que Liddell Hart llama “estrategia indirecta”, consistente en desequilibrar al enemigo mediante la dislocación física o moral actuando sobre sus puntos débiles y evitando los fuertes.

La regla general para la utilización de los medios militares, según Sun Tzu, se basa en conservar al país enemigo intacto mejor que destruirlo. Esta estrategia está plenamente en vigor. En los últimos conflictos se ha procurado lograr la rendición del enemigo, sin causar víctimas civiles y con los menores daños posibles en la estructura de la sociedad, sabiendo que el vencedor deberá contribuir a la reconstrucción. Las estrategias preconizadas por el maestro conducen a las llamadas operaciones psicológicas y de información que son hoy una parte importante de la acción militar; esto es, dañar la resistencia psicológica y moral del adversario para vencer incluso sin luchar.

Desde el fin de la Segunda Guerra mundial, la disuasión nuclear ha evitado la escalada de las crisis entre las grandes potencias durante la mal llamada guerra fría, pero no ha podido evitar la multitud de conflictos regionales de carácter limitado, que han encontrado en la estrategia indirecta el mejor modo de hacer frente al enemigo en guerras asimétricas por la desigualdad entre el potencial militar de los contendientes.

 

«Desde el fin de la Segunda Guerra mundial, la disuasión nuclear ha evitado la escalada de las crisis entre las grandes potencias»

 

La guerra de Vietnam fue un buen ejemplo de esta estrategia utilizada por Ho Chi Minh. El último ejemplo son los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Los terroristas atacaron Estados Unidos, creando una sensación de inseguridad en su propio territorio, al atentar contra la población civil utilizando sus propios medios, aviones comerciales estadounidenses, y aprovechando las debilidades de un sistema de seguridad basado en las libertades.

Uno de los principales discípulos de Sun Tzu fue, sin duda, Mao Zedong, maestro de la estrategia revolucionaria, y partidario de avanzar ante la retirada del enemigo y replegarse ante su avance. Es lo que el fundador de la República Popular China definía como la estrategia de uno contra cinco y la táctica de cinco contra uno. De acuerdo con esta forma de pensar, hay que desarrollar acciones de carácter estratégico cuando se está en inferioridad y poner en práctica la táctica, entrando en combate cuando se tiene superioridad. Todo esto ha hecho que las teorías de Sun Tzu tengan todavía un gran predicamento. En su obra puede leerse: “Si tus fuerzas son inferiores mantente apartado, si puedes hacerlo. Si eres inferior en número, huye si puedes”.

Sun Tzu da gran importancia al papel del líder en la gestión de los conflictos, que debe actuar con total frialdad. El taoísmo es la herramienta de que se vale, para ser capaz de actuar con gran frialdad en situaciones de extrema tensión. No son pocas las llamadas del autor a no actuar bajo la ira o la cólera y, por el contrario, el interés en que sea el adversario el que tome sus decisiones alejado del necesario sosiego que permite analizar la situación sin apasionamiento.

También Sun Tzu destaca la planificación antes de la batalla, y dice que quien planifica tiene más factores estratégicos de su parte. Sabe cuándo tiene que combatir y cuándo distanciarse del enemigo. En uno de los comentarios puede leerse: “Los guerreros victoriosos vencen primero y después van a la guerra, mientras que los guerreros vencidos van primero a la guerra y después intentan vencer”. La valoración de la situación es clave para saber adoptar la mejor estrategia. Si no se tienen posibilidades de vencer no hay que empeñarse en perder. Hay que ser consciente de las propias limitaciones.

Los métodos de planeamiento actual coinciden con Sun Tzu, y se inspiran en él. Así, se deben evaluar, entre todas las posibles acciones del enemigo, la hipótesis más probable y la más peligrosa; la primera para buscar el máximo beneficio y la segunda para evitar el daño.

Sun Tzu es partidario de llevar a cabo operaciones breves en el tiempo para evitar el agotamiento de las tropas y el quebranto de los suministros. Hoy día existe una permanente preocupación por limitar las operaciones militares en el tiempo, no sólo por el cansancio de las tropas a las que se releva periódicamente, sino también por el de la opinión pública, que puede provocar la derrota al perder fuerza el elemento pasional, todo ello sin olvidar los enormes gastos que suponen las acciones militares.

La preocupación por no alargar las operaciones ha sido una constante en los últimos conflictos: guerra del Golfo, Kosovo y Afganistán. En el libro se dice: “Un ejército es como el fuego, si no lo apagas se consumirá por sí mismo”. El autor chino, como Liddell Hart, es enemigo de alargar la guerra buscando la victoria militar. Se trata de lograr la paz y no de ganar la guerra.

 

Engañar al enemigo

La información y el conocimiento de todos los factores propios y del adversario son esenciales para poder hacer un análisis correcto de la situación, y a partir de ahí, engañar al enemigo y mantener la iniciativa. Para ello propone el siguiente proceso: “Los guerreros superiores atacan mientras los enemigos están proyectando sus planes. A continuación lo mejor es deshacer las alianzas del adversario. Después de estas dos estrategias la mejor es atacar al ejército”.

Sun Tzu es un estratega antes que táctico. Él mismo decía: “La victoria completa se produce cuando el ejército no lucha, la ciudad no es asediada, la destrucción no se prolonga durante mucho tiempo y, en cada caso, el ene- migo es vencido por el empleo de la estrategia”. Ganan los que saben cuándo tienen que luchar y cuándo no, los que saben cuándo emplear muchas o pocas tropas.

Al igual que el agua, los ejércitos, para Sun Tzu, no tienen forma fija sino que deben saber adaptarse a cada circunstancia y a cada operación. Esta idea está en consonancia con la orientación de los ejércitos modernos, que crean unidades para cada operación y comienzan a utilizar el concepto de “modularidad”.

Respecto a la logística, Sun Tzu propone el suministro de armas del propio país y los alimentos tomados al enemigo. Esta idea la asumió Mao para su estrategia revolucionaria.

En la obra, el maestro chino trata otros asuntos de interés como el ejercicio de la autoridad que él la basa en la inteligencia, la honradez, la humildad, el valor y la severidad. En saber conjugar todas estas cualidades en las dosis adecuadas a cada circunstancia reside el ejercicio correcto de la autoridad. No coincide en esto con Maquiavelo, quien considera que el príncipe, ante la disyuntiva de ser amado o temido, debe decidirse, sin duda, por esta última opción.

Situándose en el escenario de la guerra, Sun Tzu escribió un libro sobre el conflicto, entendido como una lucha de voluntades en defensa de los intereses de cada uno. Sus teorías para alcanzar la victoria doblegando la voluntad del adversario son fácilmente extrapolables al ámbito de las relaciones comerciales y, por supuesto, son de gran utilidad para la resolución de crisis en el mundo de las relaciones internacionales. Sun Tzu es sobre todo un autor que incita a la reflexión.