POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 77

El laberinto de la soledad de Octavio Paz

El ensayo sobre la identidad mexicana de Octavio Paz da significado a la conquista, la colonia, la independencia y la revolución en el país latinoamericano. En la exploración de los orígenes de la nación mexicana y el mestizaje está, aun hoy, uno de los posibles caminos de su redención.
Luis Esteban González Manrique
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En su famoso aforismo –“Toda historia es esencialmente contemporánea”– Benedetto Croce señaló un fenómeno paradójico: por remotos que parezcan ciertos hechos, la historia se refiere sobre todo a las situaciones presentes en las que vibran aún esos acontecimientos; el interés por el pasado no es otra cosa que nuestro interés por el presente. La vida como realidad, escribió José Ortega y Gasset, es presencia absoluta: “No podemos afirmar que algo es si no está presente en este instante. Por eso, si existe en el pasado, tiene que ser algo presente, activo entre nosotros ahora”.

El laberinto de la soledad, el ensayo de Octavio Paz sobre la identidad mexicana de cuya publicación se cumple este año el 50º aniversario, es el arquetipo del valor del ensayo –es decir, de la literatura– como instrumento de exploración de la historia, una sustancia maleable y fluida que adquiere diversas y nuevas facetas al contemplarse a la luz de desenlaces inesperados.

Paz creía que se puede estudiar, por ejemplo, la influencia de César Vallejo en Francisco de Quevedo: “Si leemos a Quevedo de un modo distinto es desde la perspectiva de Vallejo”. En la historia ocurre algo similar: las recientes elecciones mexicanas –una revolución con la que México saluda cada nuevo siglo (la independentista de 1810, la agrarista de 1910 y la democrática de este verano)– cambian toda la percepción de su historia anterior. Y brindan, además, un oportuno pretexto para regresar a este clásico de la literatura latinoamericana. En 1988 Paz comentó que El laberinto… fue escrito como un libro periodístico, en el sentido de que México iba a cambiar y que, por ello, sus tesis irían perdiendo valor. Pero después se fue dando cuenta de que las sociedades se transforman muy lentamente, de modo que lo que escribió en 1950 seguía siendo válido…

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