>   NÚMERO 16

Europa se busca a sí misma

Jochen Thies
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La cumbre europea de Niza (6-7 de diciembre de 2000) ha tenido casi por unanimidad un eco internacional muy crítico que no se corresponde con la situación actual de Europa ni sus posibilidades políticas. En algunos Estados de la Unión Europea existe el “europeo por convicción”, un defensor sin reservas de una unión política que para el éxito de una cumbre sitúa el listón muy alto. En los medios de comunicación nacionales es un interlocutor muy solicitado antes y después de un Consejo Europeo, puesto que de las reuniones de máximo nivel de los Quince, a pesar de la presencia de miles de reporteros, se llega a saber muy poco. Por este motivo la opinión pública de muchos países de la UE se siente decepcionada inmediatamente después de terminar el encuentro. Por cierto, de los “europeos por convicción” hay que decir que alguno de ellos pertenece a esa nueva clase de mandarín que, al manifestarse a favor de la integración europea, ha conseguido considerables ingresos en Europa. Esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de hacer una valoración crítica de una cumbre de la UE.

También es posible argumentar de forma totalmente distinta. Es decir, partiendo del hecho de que en la actualidad los países comunitarios no son capaces de tomar grandes decisiones políticas a causa de sus múltiples problemas internos. Los que así opinan confían en tres desarrollos dinámicos que han puesto en marcha buena parte de ellos en los años 90: primero, la unión monetaria que finalmente se convertirá en realidad el próximo año; segundo, la innovación técnica y la globalización de las economías nacionales y, por último, una colaboración militar cada vez más estrecha, la también llamada identidad europea de seguridad y defensa (IESD). En Niza, por cierto, no se ha cerrado el camino hacia…

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