INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1027

ISPE 1027. 20 marzo 2017

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En su reciente visita a Madrid, Rafael Pardo, ministro de Postconflicto de Colombia, dejó claro que la principal amenaza para la paz en el país son los cultivos clandestinos de coca. No debería extrañar. El área cultivada de coca prácticamente se triplicó entre 2012 y 2015, de 48.000 a 150.000 hectáreas, según estimaciones del gobierno. El departamento de Estado de Estados Unidos estima por su parte que la cifra real es de 180.000 hectáreas, un 39% más que en 2014, mientras que la producción de cocaína aumentó en 2015 un 60%, hasta las 465 toneladas.

Durante décadas se afirmó que la coca era la gasolina del conflicto, pero los cultivos se han disparado en pleno proceso de paz. Durante dos décadas el gobierno fumigó intensamente los cultivos ilegales. Ningún país ha extraditado a tantos capos del narcotráfico como Colombia. Sin embargo, el narcotráfico sigue creciendo. En los primeros años noventa, los cultivos de coca eran casi marginales en Colombia. Las cárteles de Cali y Medellín elaboraban cocaína con las hojas de coca que importaban de Perú y Bolivia. Hoy, en cambio, Colombia es el primer productor mundial, por lo que el gobierno de Bogotá sostiene que la erradicación de la planta –voluntaria o forzada– es una prioridad estratégica.

 

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Para incentivar la sustitución de cultivos, el gobierno está entregando a los campesinos cocaleros ayudas económicas para proyectos productivos y formalizando sus títulos de propiedad de la tierra. La reciente visita a Bogotá de William Brownfield, secretario de Estado adjunto para Narcóticos, parece anticipar que la relación con EEUU se volverá a “narcotizar”. En su informe al Congreso, Brownfield denunció a las FARC como la mayor organización narcotraficante del mundo. La actual expansión de los cultivos de coca se concentra en buena parte en parques nacionales,…

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