INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1049

#ISPE 1049. 11 septiembre 2017

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Si algo han demostrado la sexta y mayor prueba nuclear de Corea del Norte, que provocó un terremoto de 6,3 grados, y el lanzamiento de un misil balístico sobre territorio japonés es el fracaso de todos los intentos de Estados Unidos por detener el programa nuclear del régimen de Pyongyang, que lo ha inscrito en su Constitución como un derecho defensivo irrenunciable.

Desde 2011, Kim Jong Un ya ha realizado 80 lanzamientos de misiles y pruebas nucleares, frente a los 20 que realizó su padre, Kim Jong Il. La historia reciente ha demostrado a Pyongyang que los países (Ucrania) o los líderes (Sadam Husein, Muamar Gadafi) que renuncian a las armas de destrucción masiva lo hacen a su cuenta y riesgo. Desde 1945, ningún país con armas atómicas ha sido invadido.

En la cumbre de los BRICS en Xiamen, que coincidió, no por causalidad, con la prueba nuclear, Vladimir Putin afirmó que Corea del Norte, que perdió el 20% de su población durante la guerra de Corea (1950-53), preferirá “comer pasto” antes que renunciar a sus armas atómicas. En los años noventa, Pyongyang ya dejó que el 10% de su población muriera de hambre antes de ceder a la presión internacional.

Aunque el secretario de Defensa de EEUU, James Mattis, insiste en que todas las opciones, incluidas las militares, están sobre la mesa, lo cierto es que la de un ataque preventivo para borrar del mapa las instalaciones y arsenales nucleares norcoreanos no tiene ninguna garantía de éxito, al estar dispersos en un sofisticado sistema de túneles subterráneos. Sus misiles de largo alcance han sido lanzados desde plataformas móviles.

Según fuentes de inteligencia, Pyongyang tiene entre 30 y 60 armas nucleares, un millar de misiles y entre 2.500 y 5.000 de toneladas de armas…

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