INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1067

#ISPE 1067. 22 enero 2018

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El exabrupto racista de Donald Trump sobre Haití y otros países “letrina” (shithole) puede ser escandaloso pero no sorprendente en un personaje con un largo historial de declaraciones racistas o xenófobas. Tampoco fue casual que mencionara Noruega como origen de inmigrantes más apropiados para Estados Unidos. Según la CNN, cuando Trump preguntó “¿Para qué necesitamos más haitianos?”, uno de los congresistas asistentes a la reunión en la Casa Blanca respondió: “Porque si los sacamos de la lista [de países protegidos por el programa de protección temporal, TPS] la razón sería obvia”.

Existen diversos motivos económicos –una elevada renta per cápita y altos niveles educativos– para explicar la preferencia presidencial por los noruegos. Pero la alusión de Trump fue, de forma indisimulable, racial.

Según las tesis de Joseph Arthur de Gobineau (1816-82) y otros teóricos del racismo científico, propugnado por el nazismo y el supremacismo blanco, Escandinavia es el máximo ejemplo de la supuesta pureza racial aria. De hecho, la Comisión Dillingham, creada por el Congreso en 1907 para establecer cuotas migratorias según su origen nacional, subrayó en 1911 que los estudios etnológicos demostraban que los países escandinavos eran el origen del tipo más puro de la raza nórdica o teutónica.

Noruega es además unos de los países con menor diversidad étnica del mundo. Un 83% de sus residentes es noruego y un 8% europeo. Irónicamente, ningún otro país europeo, fuera de Estados como Luxemburgo, tiene hoy menos residentes en EEUU que Noruega.

Entre los casi dos millones de extranjeros que obtuvieron la residencia legal permanente en el país en 2016, solo 362 eran noruegos. Ese mismo año, 753.060 residentes adquirieron la nacionalidad estadounidense. De ellos solo 93 noruegos, según datos del departamento de Seguridad Interior. No es extraño. Con una renta per cápita de casi 60.000…

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