INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1068

#ISPE 1068. 29 enero 2018

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Las diferentes acogidas del papa Francisco en Chile, donde reinó la apatía y la frialdad, y Perú, que lo recibió con calidez, permitieron apreciar el impacto del desarrollo económico, la democracia y la liberalización de las costumbres en la influencia social de la Iglesia católica.

Hasta los años ochenta, el catolicismo tenía casi un monopolio religioso en la región. Sus únicos rivales eran el anticlericalismo y el ateísmo, minoritarios en la mayoría de los países. Pero hoy las ubicuas iglesias evangélicas están dando a los partidos conservadores nueva fuerza y bases sociales.

Hace 30 años, los protestantes representaban solo el 3% de la población latinoamericana, hoy son el 20%, entre otras cosas, por el “evangelio de la prosperidad” que predican sus pastores para atraer a feligreses, mientras culpan al catolicismo de todos los males, desde la corrupción a la pobreza.

La brasileña Iglesia Universal del Reino de Dios posee un poder económico que se traduce en un creciente poder político, como demuestra que uno de sus obispos, Marcelo Crivella, sea hoy alcalde de Río de Janeiro.

En Chile, los dos candidatos conservadores, Sebastián Piñera y José Antonio Kast, cortejaron activamente a los evangélicos. Piñera tuvo incluso cuatro pastores protestantes como asesores de campaña. Por ello, tal vez el papa Francisco negara en Santiago una entrevista al nuevo presidente. La secularización ha hecho estragos en las filas católicas. Solo un 50% de los chilenos se confiesa católico. Uruguay, de tradición laicista, tiene cifras similares. En las explanadas de Maquehue (Temuco) y la playa Lobito de Iquique las misas papales apenas reunieron a 90.000 fieles cada una. Andrea Tornelli, editor del Vatican Insider, escribió que en Chile la Iglesia tiene un problema derivado de su “elitista clericalismo” y de los escándalos de pederastia. Según una investigación del diario chileno…

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