INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 814

#ISPE 814. 22 octubre 2012

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En la reciente reunión del Fondo Monetario Internacional en Tokio, el presidente de la Reserva Federal (FED) de EE UU, Ben Bernanke, se defendió de quienes le acusan de haber desencadenado una nueva “guerra de divisas” con su tercera ronda de quantitative easing (QE3) aseverando que la política monetaria de la FED ayudará a reactivar la economía de la superpotencia (que este año crecerá un 1,3%) y, por tanto, también la del resto el mundo, al permitirle aumentar sus importaciones.

Pero sus argumentos no convencieron a sus críticos. El ministro de Finanzas brasileño, Guido Mantega, que acuñó la frase “guerra de divisas” en 2010 tras la QE2 de la FED, calificó la QE3 de “proteccionista” al alentar devaluaciones competitivas que acelerarán los flujos de capitales volátiles a los mercados emergentes, contribuyendo a apreciar sus tipos de cambio y encarecer sus exportaciones, amenazando así su estabilidad financiera. Masaaki Shirakawa, presidente del Banco de Japón, que ha seguido los pasos de la FED aumentando sus compras de bonos del Estado hasta un billón de dólares, reconoció los “daños colaterales” que causa la abundancia del dinero barato que fluye de los países ricos hacia el mundo en desarrollo.

Por su parte, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, admitió ese riesgo y dijo que su institución podría reconsiderar su oposición a los controles cambiarios. Para evitar la revaluación del real, Brasil ha aumentado, los impuestos a los capitales a corto plazo y sus aranceles a un centenar de productos, desde papel a químicos y acero. En el primer semestre, las 24 mayores economías emergentes, sin contar China, tuvieron un déficit comercial

de 134.000 millones de dólares, frente a los 38.000 millones del mismo periodo de 2010. Suiza, Dinamarca, Israel, Singapur, Taiwan, Corea del Sur, Tailandia, Rusia, Noruega y Arabia…

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