INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 822

#ISPE 822. 17 diciembre 2012

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La decisión de Silvio Berlusconi de retirarle su apoyo al primer ministro, Mario Monti, y de presentarse a las elecciones de 2013 –aunque después dijera que podría apoyar una coalición de “centro” liderada por Monti–, llevó la prima de riesgo italiana a los 351 puntos el 10 de diciembre. Sin embargo, dos días después, volvió a los 331.
La preocupación de los mercados por el regreso de Berlusconi y la dimisión de Monti ha durado poco. La razón es simple: las posibilidades de que su partido, El Pueblo de la Libertad, logre los votos necesarios para gobernar son escasas. Si Berlusconi se ha postulado, es por el cansancio de la sociedad italiana con la gestión de Monti y sus políticas de austeridad.

Monti es, de hecho, mucho más apreciado fuera que dentro de Italia más por su estilo sobrio a la hora de gobernar que por la eficacia de sus reformas. Después de años de extravagancias del magnate televisivo, Monti ha logrado crear una cierta sensación de que Italia puede tener arreglo.

Sus reformas han sido insuficientes, pero gran parte de la responsabilidad recae en el Parlamento italiano, que ha bloqueado muchas de sus propuestas. Aún así, ha conseguido un retraso de la edad de jubilación, reducir el monopolio de ENI en el gas (lo que abaratará la electricidad) y que Italia vaya a registrar en 2013 un superávit fiscal primario del 3,5% del PIB.

Sin embargo, su gobierno no ha podido liberalizar los servicios profesionales, el comercio al por menor ni la mayor parte de las normativas que asfixian la actividad productiva del país. Según el índice Doing Business del World Economic Forum, Italia está en los últimos puestos de Europa en competitividad y en el número 73 en el mundo. Tampoco ha logrado reformar significativamente el…

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