INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 952

#ISPE 952. 7 septiembre 2015

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La ofensiva militar lanzada el pasado abril en Yemen contra los rebeldes huzíes por una coalición de países árabes liderada por Arabia Saudí ha causado ya más de 4.000 muertos y provocado una grave crisis humanitaria en el país más pobre del Golfo sin que se avisore un fin del conflicto. Hasta el 80% de los 25 millones de yemeníes necesita hoy ayuda alimentaria, frente al 50% de antes del inicio de la campaña.

Ante el empuje saudí, los huzíes, una tribu chií apoyada por Irán y aliada de las fuerzas leales al defenestrado presidente Ali Abdulá Saleh, se han visto obligados a frenar su avance hacia al sur y forzados a abandonar Adén, la segunda ciudad del país, y Taiz y Hudaydah, cuyo puerto, el único por el que ingresaban las ayudas de la onu, ha quedado inutilizado por los bombardeos saudíes, muchas veces indiscriminados.

El apoyo en inteligencia, armamento y logística prestado por Washington a Riad ha sido crucial para la eficacia de sus ataques aéreos y las operaciones de sus fuerzas especiales. Aunque Barack Obama ha puesto en duda que los huzíes sean títeres del régimen de Teherán, de no haber prestado ayuda a Riad, los republicanos le habrían acusado de haber abandonado a sus aliados árabes. El rey saudí Salman bin Abdulaziz visitará Washington este mes.

Las fuerzas saudíes y sus aliados yemeníes y del Golfo todavía tienen que retomar la capital, Saná, un objetivo sobre el que se prepara un ataque inminente y que previsiblemente desencadenará una cruenta lucha casa por casa. Para quitarse presión en algunos frentes, los huzíes están optando cada vez más por intensificar sus ataques contra zonas fronterizas saudíes.

Por su parte, Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), que controla la provincia de Hadramawt, y el Estado

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