POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 115

La mujer en un mundo global: Silencio y obediencia

Somaly Mam
 | 

Mujer en Camboya es sinónimo de silencio y obediencia. En un país donde las mujeres solo ocupan el 10 por cien de los escaños parlamentarios y el índice de alfabetización fenemina es del 64,1 por cien, frente al 84,7 por cien de la masculina, la concepción social de la mujer queda reflejada en tres papeles: víctima de violencia doméstica, objeto sexual y madre.

 

Me han pedido que escriba sobre la situación de la mujer y la juventud en el sureste asiático. Siento no poder reflejar como se merece la compleja realidad de estos dos colectivos en una península que engloba cinco países tan diferentes como Tailandia, Laos, Vietnam, Camboya y Malaisia.

Se trata de regímenes políticos, economías y culturas totalmente diferentes, a la par que integradas en un sistema global y regional; un sistema donde los más ricos contratan de forma precaria y esclavizan a ciudadanos de países más pobres, entendidos como mano de obra barata y consumidores de productos elaborados a los que ellos ponen el precio.

Eso es el sureste asiático: un complejo sistema de relaciones desiguales que se refleja en las grandes transacciones comerciales y en las relaciones interpersonales. Relaciones desiguales cargadas de violencia en las que los últimos de la jerarquía son, precisamente, las mujeres, los niños y los adolescentes.
Me gustaría ser una erudita capacitada para expresar en 1.500 palabras esta ­realidad. Pero no soy una sabia. Soy una mujer camboyana que ha sido educada para callar y servir, para no entender que callar y servir puede ser violencia, para entenderlo como lo natural, lo dado por las leyes de Dios o de la naturaleza. Y es que, verán ustedes, las mujeres asiáticas, al reír, nos debemos tapar la boca con la mano.

Mujer en Camboya es sinónimo de silencio y obediencia. Silencio ante…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO