POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 11

Las iniciativas de la OTAN y la democracia occidental

En el XL aniversario de la OTAN, Estados Unidos y sus aliados renovaron su compromiso con mantener la defensa colectiva y los valores democráticos.
James Baker
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En el XL aniversario de la OTAN, los Estados Unidos y sus aliados renovaron su compromiso de mantener la defensa colectiva y su compromiso con los valores democráticos. Pero hicieron algo más que eso. Se impusieron también una ambiciosa misión para los años próximos, misión que consiste en hacer de una Europa dividida una Europa nueva, íntegra, libre y segura. Esta misión tiene, por supuesto, implicaciones de seguridad, políticas y económicas de largo alcance para la OTAN, pero también para Occidente en su totalidad. Comencemos, pues, por las propuestas respecto a seguridad que se debatieron en el XL aniversario de la Alianza Atlántica.

Desde su fundación, la OTAN ha procurado proteger los valores democráticos de Occidente mediante la evitación de la guerra. En ello el éxito ha sido notabilísimo. La amenaza soviética ha impuesto sobre los miembros de la Alianza una carga considerable en lo que se refiere a defensa, pero, a lo largo de cuatro décadas, a veces llenas de tensión, éstos han sido capaces de evitar el conflicto armado.

En la actualidad, la combinación del poderío occidental y los acuciantes problemas económicos que existen en la Unión Soviética parece haber convencido a Moscú de que la acumulación de armamentos no lleva verdaderamente a ninguna parte. Todos los dirigentes de la OTAN reconocen que ha despuntado un rayo de esperanza: la esperanza de que Europa, el continente más repleto de armas del mundo, pueda realmente comenzar a desarmarse y de que, mediante la negociación y la acción responsable de los gobernantes, se puedan hallar formas de conseguir más seguridad con niveles de riesgo inferiores.

Pero hay que reconocer que una esperanza no es una realidad. Por esta razón, el presidente de Estados Unidos hizo en la cumbre occidental una serie de propuestas cuyo objeto es hacer más próximo el momento en que se levante la sombra de la aún amenazadora superioridad soviética en lo que se refiere a armamento convencional. La iniciativa norteamericana de «paridad convencional» da esperanzas de que se acelere y consolide un cambio potencialmente histórico en el equilibrio de fuerzas en Europa.

Si lo acepta el Este, esta iniciativa reduciría el tamaño de la OTAN y reduciría también las fuerzas convencionales del Pacto de Varsovia hasta unos niveles equivalentes y estables. Tales niveles disminuirían considerablemente la amenaza actual de ataques militares por sorpresa y el peligro de operaciones ofensivas en gran escala contra Europa occidental.

Habría que añadir aquí una observación acerca del proceso de la cumbre y acerca de la propia OTAN. La cumbre parece haber demostrado de forma indubitable que la alianza posee la flexibilidad suficiente para experimentar cambios al tiempo que mantiene, e incluso potencia, sus principios y sus valores fundamentales. La aceptación por la OTAN de un acuerdo comprensivo, en el que se incluye el referente a fuerzas nucleares de corto alcance, demuestra que se puede mantener la disuasión en condiciones políticas nuevas y cambiantes.

A la vista del desequilibrio en fuerzas convencionales, la Alianza estuvo de acuerdo en que comenzasen las negociaciones sobre fuerzas nucleares de corto alcance, pero sólo –cosa muy importante– después de que esté en vías de realización un acuerdo sobre fuerzas convencionales. Los miembros de la OTAN acordaron, asimismo, que no se llevaría a cabo ninguna reducción de las fuerzas nucleares de corto alcance hasta que se pusieran en práctica los resultados del acuerdo sobre fuerzas convencionales.

 

Paisaje estratégico y político

Las consecuencias económicas y políticas de las iniciativas de seguridad del presidente Bush son de largo alcance y profundas. Si la Unión Soviética desea realmente hacer pasar del sector militar al civil los recursos que necesita, estas propuestas le ofrecen ocasión para ello. Y si desea realmente que el proceso de reforma política en Europa oriental se desarrolle con libertad, no hay duda de que la retirada de 325.000 soldados reducirá el temor a una intervención soviética.

Estas propuestas apuntan claramente hacia una dramática y prolongada transformación del paisaje estratégico y político de Europa. Le incumbe ahora al secretario general Gorbachov responder positivamente a las oportunidades que ofrecen estas iniciativas.

Al mismo tiempo que la OTAN llegaba a un acuerdo sobre las fuerzas nucleares de corto alcance, los Estados Unidos añadieron un importante llamamiento a la Unión Soviética, urgiéndole a que rebajara unilateralmente sus sistemas nucleares de corto alcance hasta el nivel de la OTAN.

El secretario general soviético puede favorecer este espíritu contestando al llamamiento y anunciando una reducción real de las fuerzas nucleares de corto alcance soviéticas. Pero, cualquiera que sea la respuesta del señor Gorbachov, es preciso recordar que los esfuerzos de Occidente se dirigen a la supresión de algo más que unas divisiones soviéticas. Apuntan, en realidad, a la supresión de la misma partición de Europa.

La cumbre de Bruselas afirmó también que la misión de la OTAN sobrepasa las dimensiones militares de las relaciones Este-Oeste. Aspira a llegar, superando la mera contención militar, a una nueva Europa íntegra y libre que se defina como comunidad de naciones libres de la que ninguna esté excluida.

Los límites de esta comunidad no los trazan las fronteras ni el alambre de púas, sino el alcance de las libertades democráticas. Sus objetivos son pacíficos, y crece mediante la fuerza de las ideas. Hoy se extiende desde Montreal, San Francisco y Roma a Tokio, Helsinki y Melbourne. Es la comunidad por la que los estudiantes chinos han sacrificado sus vidas sobre el duro suelo de la plaza de Tienanmen. Es la comunidad de pensamiento a la que pertenece Sajarov. Es el modelo que tienen en sus mentes húngaros y polacos mientras se esfuerzan en lograr que haya contactos sociales entre el Gobierno y los gobernados.

La OTAN ha indicado su intención de emprender una acción política y económica en el Este. Los miembros de la alianza son conscientes de que la guerra fría, que comenzó con el telón de acero y continuó con el muro de Berlín, sólo puede concluir allí, cuando unas barreras impuestas: por la fuerza dejen de separar el Este del Oeste, a los europeos del Este y del Oeste, a los alemanes del Este y del Oeste, a los berlineses del Este y del Oeste.

 

Al mismo tiempo que la OTAN llegaba a un acuerdo sobre las fuerzas nucleares de corto alcance, los Estados Unidos añadieron un importante llamamiento a la Unión Soviética, urgiéndole a que rebajara unilateralmente sus sistemas nucleares de corto alcance hasta el nivel de la OTAN

 

En consecuencia, la alianza ha hecho un llamamiento al Este para que derribe la muralla que hace del hogar común europeo una casa realmente dividida contra su voluntad. Y, como expresión de su propósito de aumentar los contactos y la cooperación, la OTAN ha reiterado su voluntad de mejorar la calidad de vida de los habitantes de Berlín por iniciativa aliada. Este proyecto intenta hacer de todo Berlín una ciudad próspera y libre, símbolo de una Europa que sea libre e íntegra.

El presidente Bush ha ofrecido cinco propuestas nuevas que ayudarían a superar la división de Europa fomentando la difusión de las ideas democráticas y la descentralización de la autoridad política y económica en el Este. En primer lugar, dentro del ámbito económico, Bush se propone estimular la iniciativa y las instituciones privadas en el Este. Los Estados Unidos quieren evitar, por supuesto, las costosas equivocaciones de los años setenta, cuando permitieron que se acumulara la deuda del improductivo sector público.

La Comunidad Europea se está convirtiendo en un imán para el Este, realmente en un factor de cambio. Los Estados Unidos han pedido a la Comunidad que se vuelva hacia Europa oriental, en especial después de 1992, cuando Europa occidental se convierta en un solo mercado unificado.

En segundo lugar, en el ámbito político, el presidente Bush intenta fomentar el aumento de la libertad política. La mejor forma de hacerlo es mediante contactos con asociaciones de Prensa, Universidades y sindicatos independientes, y otras organizaciones que han surgido en el Este. Bush ha pedido a diversas organizaciones occidentales equiparables que establezcan vínculos con estos nuevos grupos. Occidente tiene la experiencia, Oriente la necesidad, y ambas partes se pueden beneficiar de estas nuevas relaciones.

En tercer lugar, el presidente Bush ha urgido a los partidos políticos libres de Europa occidental y Estados Unidos a que establezcan relaciones y fomenten la creación de nuevos partidos en el Este.

En cuarto lugar, Bush ha hecho un llamamiento en favor de la autodeterminación para toda Alemania y para toda Europa oriental. Ha pedido que la cuestión de las elecciones libres se sitúe en lugar destacado en la agenda de los encuentros de los Estados signatarios del acuerdo de Helsinki. El mundo no puede entrar plenamente en una nueva era de relaciones normales entre el Este y el Oeste hasta que los pueblos de todas las naciones puedan escoger libremente sus propios destinos.

Y en quinto lugar, el presidente norteamericano ha propuesto que Oriente y Occidente actúen conjuntamente frente a los problemas del medio ambiente. ¿Puede existir un mayor símbolo de las esperanzas y los problemas con que Este y Oeste se enfrentan por igual que el desastre nuclear de Chernóbil? La liberación de la energía nuclear –un logro tecnológico supremo cuando se piensa en ello– quedó frustrada cuando a los que diseñaron y a los que dirigían la planta no les fue posible controlarla.

En vez de echar las culpas de ésta y otras contaminaciones del ambiente, los Estados Unidos han preferido buscar la cooperación. En esta oferta se brindan instrucción, ayuda en la redacción de leyes y, en conjunto, toda su experiencia en el tratamiento de estos temas. También esperan desarrollar proyectos conjuntos para controlar la contaminación, que no conoce muros ni fronteras y que amenaza la salud y la belleza de Europa.

 

Medio ambiente de Europa

Hace cuarenta años, los miembros de la OTAN prometieron «salvaguardar la herencia común y la civilización de Europa contra nuestros enemigos comunes». Según señaló el presidente Bush, el medio ambiente de Europa es la herencia común de todos los europeos, y se debe trabajar para protegerla.

La defensa del medio ambiente europeo contra la amenaza de contaminación no es sino otra fórmula al alcance de Occidente para cumplir la misión de hacer a Europa segura e íntegra.

El viaje que en julio hizo el presidente Bush a Polonia y Hungría antes de la cumbre económica de París, pone en evidencia lo serio de su intención de volverse hacia las naciones del Este. El presidente está convencido de que el Este sólo puede progresar mediante el cambio político y económico. El oponerse a la marcha dé este necesario cambio histórico, como lo estamos viendo para ofensa y disgusto de todos en China, es volver la espalda al futuro.

Este futuro promete ser exigente para todas las naciones, incluso las de Occidente que ya poseen procedimientos políticos y económicos comprobados. Desde un comienzo, los aliados occidentales reconocieron que sus esfuerzos para evitar la guerra y fomentar los valores democráticos en el continente europeo eran realmente fundamentales para la paz mundial.

Hoy, al aliviarse las tensiones en la Unión Soviética y Europa oriental, los dirigentes de los países de la OTAN reconocen que Occidente debe comenzar a prestar más atención a otras áreas de inquietud para la comunidad mundial. Los aliados de la OTAN hicieron frente a los intimidantes problemas del mundo de la posguerra. De la misma forma, hoy, cuando a la época de la posguerra suceden tiempos nuevos, deben abordar una serie nueva y diferente de desafíos.

Se pueden citar tres en particular:

En primer lugar, existen una serie de problemas regionales que, si no se atienden, pueden afectar a naciones cercanas y lejanas, con siniestras consecuencias. Quizá sea la ocasión de que los amigos y socios de la alianza estudien mecanismos con los que actuar colectivamente sobre esos conflictos regionales. Por ejemplo, en actuación bilateral y en paralelo con varios de sus aliados europeos, los Estados Unidos y otras naciones respondieron con mucha eficacia cuando las acciones de Irán amenazaron líneas marítimas fundamentales en el Golfo Pérsico.

En segundo lugar, la difusión de los misiles balísticos, de las armas químicas y, posiblemente, incluso de las armas nucleares en países implicados en conflictos regionales es peligrosísima. La tendencia es muy alarmante. Hay por lo menos quince países en desarrollo que podrían estar fabricando sus propios misiles balísticos para el año 2000. La difusión de estos misiles situará a los países de regiones inestables al borde mismo de la conflagración y acrecentará las razones para que, en contrapartida, adquieran o desplieguen armas químicas o nucleares. ¿Puede haber duda de que tales acontecimientos constituyen un peligro creciente para la paz mundial?

 

La defensa del medio ambiente europeo contra la amenaza de contaminación no es sino otra fórmula al alcance de Occidente para cumplir la misión de hacer a Europa segura e íntegra

 

Hay cada vez menos tiempo para tratar con efectividad estos problemas. Son necesarias nuevas medidas, tanto individuales como colectivas, para fortalecer las barreras internacionales frente a la proliferación. Es preciso continuar apoyando el régimen de no proliferación nuclear y fortalecer el régimen de control de la tecnología de los misiles. Basándose en las tareas llevadas a cabo por la recién concluida Conferencia de París sobre armas químicas, se deben proseguir los esfuerzos conjuntos hacia la prohibición de estas armas del terror. Y finalmente, de la misma forma que los problemas de la proliferación, los peligros transnacionales, como los atentados contra el medio ambiente, el terrorismo y el tráfico de drogas, tampoco respetan en definitiva las fronteras políticas. Plantean nuevas amenazas. Pero crean también oportunidades de reparto creativo de las responsabilidades y de cooperación donde anteriormente no existía.

El presidente Bush discutió todos estos temas en la cumbre de Bruselas, y la respuesta que obtuvo fue satisfactoria para los Estados Unidos. Los dirigentes de la OTAN estuvieron de acuerdo en mantener consultas y en coordinarse entre sí con respecto a estos temas. Y los Estados Unidos se han comprometido a dirigir a los aliados en la labor de resolver estos tan acuciantes problemas.

Finalmente, queda por discutir un concepto muy importante que el presidente norteamericano introdujo en la cumbre. La forma mejor de tratar con sus socios de la alianza –o, en realidad, con todas las naciones en un mundo tan cambiante– es para los Estados Unidos entablar lo que el presidente Bush ha llamado reparto creativo de responsabilidades. Anteriormente se oía hablar mucho de reparto de cargas, concepto que, por lo menos en un principio, se aplicó casi exclusivamente a la cooperación defensiva dentro del sistema de la alianza.

Y en el área de la defensa, muchos de los aliados europeos de los Estados Unidos están avanzando hacia el mejoramiento de la eficiencia de la industria de defensa europea. Los Estados Unidos apoyan estos esfuerzos, en particular los del Grupo de Programa Europeo Independiente y los de la Unión Europea Occidental, para ampliar la cooperación en cuestiones de armamento. Continuando sus esfuerzos para desarrollar proyectos de codesarrollo, los Estados Unidos fomentarán el desarrollo conjunto de armamentos en la fase de producción, lo que con el tiempo mejorará la eficacia y reducirá los costes de la defensa.

Pero el reparto de responsabilidades creativo es verdaderamente un concepto más amplio que el reparto de cargas. Abarca temas tales como la forma en que definimos las amenazas contra nuestra seguridad, en que dividimos nuestras responsabilidades y en que nos comprometemos en el reparto de responsabilidades. Se aplica a un amplio campo de asuntos del temario internacional. En la actualidad, por ejemplo, es preciso considerar con más amplitud cómo se ha de definir la seguridad a largo plazo. Los atentados contra el medio ambiente violan la integridad de Europa. Los conflictos que se producen en todo el mundo —conflictos regionales— amenazan la provisión de recursos vitales para los aliados de las costas del Atlántico y el Pacífico. La proliferación de armas químicas y misiles balísticos plantea peligros para toda la comunidad mundial, lo mismo para los aliados occidentales y sus amigos que para sus enemigos.

Por lo tanto, Occidente debe estudiar cómo mejor dividir la responsabilidad de los requerimientos de defensa más amplios entre los miembros de la alianza y sus amigos. Debe aprender a hacer fondo común de sus diferentes potencialidades. Países que poseen diferentes capacidades, experiencias y tecnologías pueden contribuir con cada una de estas capacidades, experiencias y tecnologías para hacer frente a las amenazas contra la seguridad que sufrimos en unión. Por ejemplo, algunos países, dada su participación histórica en determinadas regiones, pueden desempeñar actuaciones diplomáticas fundamentales para resolver conflictos. Otros están bien situados para ayudar en la resolución de problemas de desarrollo económico y en problemas crediticios.

La economía mundial en expansión, el desarrollo del Tercer Mundo y la resolución de los conflictos del Tercer Mundo son, todos ellos, críticos para el progreso mundial. Un aliado del Pacifico, Japón, está utilizando su gran riqueza para fomentar el desarrollo económico en el Tercer Mundo. Hay que advertir, por supuesto, que todos tienen la responsabilidad de contribuir al crecimiento mundial. Es evidente que debe pensarse también creativamente en el papel del sector privado en empresas que pueden contribuir a la común seguridad.

Por ejemplo, como se ha mencionado con anterioridad, se pueden facilitar los esfuerzos privados de sindicatos, empresas, industria y comunidad científica occidentales para fomentar la reforma política y económica en Europa oriental.

 

Comunidad de naciones

Se puede, pues, resumir en qué punto se encuentran la OTAN y Occidente en relación con los desafíos que plantea un mundo cambiante. La OTAN ha sido siempre —aunque no siempre se la haya visto así— algo más que un mero dispositivo militar. Comenzó como una comunidad de naciones que compartían un ideal común de Europa, un ideal de pueblos libres que trabajaban pacíficamente en unión para hacer prosperar la democracia. Hoy casi se ha alcanzado ese ideal. Europa occidental es hoy un modelo de valores democráticos, un gigante económico y un pilar de la seguridad occidental.

En Bruselas, los dirigentes de la OTAN se comprometieron a la siguiente misión: llegar a crear una Europa íntegra y una Europa libre, como queda dicho al comienzo de estas líneas. Aunque sigamos protegiendo el sistema de seguridad de Occidente, debemos poner en orden nuestros potenciales militares, diplomáticos y económicos combinados a fin de dirigirnos hacia el Este. Y esto es así porque la Unión Soviética y muchos de sus aliados están embarcados en nuevos conceptos –realmente, se podría llegar a decir en una «reconcepción»– sobre sus fracasadas, políticas. Las murallas del dogma ideológico se están derrumbando y, con ellas, el viejo orden de una Europa rígidamente dividida. Se están abriendo para el Este oportunidades de sumarse a la gran corriente de la vida europea internacional.

En la cumbre del aniversario, por consiguiente, los aliados de la OTAN tomaron como punto de referencia los próximos cuarenta años, no los cuarenta años últimos. Se ha forjado, parece lícito decirlo, una nueva base para la unidad. Se ha avanzado en el propósito de hacer que la guerra sea impensable e imposible. Y se ha fijado un nuevo curso de acción, a fin de que la alianza y las naciones de Occidente puedan tender al fin un puente sobre la división Este-Oeste.

Al contemplar en Occidente el futuro se avivan las esperanzas de una Europa que sea libre e íntegra. Y, al acercarse al nuevo siglo, Estados Unidos renueva su compromiso de trabajar con todas las naciones para hacer del mundo un lugar mucho, muchísimo mejor.