>   NÚMERO 56

Las relaciones políticas y comerciales España-China

Xulio Ríos
 | 

El aumento de la presencia empresarial española en China (un 70 por cien en solo tres años, alrededor de 600 empresas), demuestra las potencialidades de la relación bilateral sino-española y la necesidad de abordarla desde una perspectiva integral y sostenida.

 

Las virtudes y taras de las relaciones España-China son bien conocidas: especialmente buenas en lo político, pero insuficientes en lo económico y comercial. Algunos indicios recientes invitan al optimismo, pero se requiere un compromiso mancomunado de agentes públicos y privados para lograr transformar las reconocidas potencialidades en este ámbito en sólidas y acreditadas tendencias con la ayuda de adecuadas dosis de perseverancia y creatividad.

 

España goza de buena prédica entre los líderes políticos chinos. Ello es fruto de la conjunción de diversas variables, entre las que cabe destacar la reconocida simpatía respecto a figuras como Juan Antonio Samaranch (elegido como uno de los 10 extranjeros más amigos de China en el último siglo) pero, sobre todo, se debe a una actitud diplomática que elude a conciencia involucrarse en cualquier asunto que pueda hacer fruncir el ceño a Pekín, ya nos refiramos a derechos humanos, problemas nacionales o el asunto de Taiwan, todos ellos sensibles y señalados por China como de especial significación en sus relaciones con los Estados extranjeros.

 

España restableció relaciones diplomáticas con la República Popular China en 1973 y desde entonces el entendimiento ha sido la nota dominante, llegando a ser calificado por Pekín como uno de sus socios más fiables en el viejo continente. Durante el semestre de presidencia de la Unión Europea en 2010, el anuncio de que Madrid promovería con especial intensidad el reconocimiento de China como economía de mercado o el levantamiento del embargo de armas, en vigor desde 1989, a raíz de los sucesos de Tiananmen, reforzaron en el país…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO