POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 3

Más energía en el Golfo, menos en la OTAN

Zbigniew Brzezinski
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El ataque de que fue objeto recientemente la “USS Stark” ha vuelto a concentrar la atención sobre un interrogante que ha gravitado sobre la política exterior norteamericana desde la guerra de Vietnam. Se trata de qué papel militar ha de cumplir Estados Unidos en el mundo y cuál ha de ser el papel propio de la OTAN.

En el planteamiento de esas cuestiones conviene tener presentes tres consideraciones. En primer lugar, que el golfo Pérsico es una zona estratégica crucial para Estados Unidos y que hemos de tomar las medidas que sean necesarias para mantener nuestra influencia en ella. No podemos aceptar otro revés estratégico importante en la región tras la pérdida de Irán y la invasión soviética de Afganistán.

En segundo lugar, que nuestra participación en los asuntos del Golfo va a requerir una cierta reestructuración de nuestras fuerzas militares que cambie la actual sobreconcentración en la defensa de Europa.

Y, en tercer lugar, que esta reasignación de medios militares de Esta- dos Unidos no tiene por qué menoscabar (porque de hecho puede fortalecer) la alianza de la OTAN. Para mantener la fortaleza de ésta hemos de hacer que las negociaciones sobre control de armamentos traten con preferencia de las armas convencionales que más amenazan a Europa, y proponer en concreto la creación de una “zona libre de carros de comba- te” en su región central.

Esto que sostengo se funda en la apreciación según la cual el conflicto soviético-norteamericano constituye una rivalidad histórica que nos acompañará durante toda nuestra existencia. En esta persistente pugna hay tres frentes estratégicos capitales, que son Europa, Oriente Lejano y el Sudoeste Asiático.

El más importante elemento en juego en el sudoeste asiático es el acceso a las reservas de petróleo del Golfo, que suponen hasta los dos tercios de las reservas probadas…

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