POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 137

Negociación y reconciliación en Afganistán

Nuria del Viso
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Los vecinos de la región, la comunidad internacional y la población afgana quieren la paz. Negociar con la insurgencia se presenta ya casi como única alternativa para cerrar el conflicto. Lo difícil será determinar los canales, actores, calendarios y condiciones.

La propuesta de diálogo con la insurgencia en Afganistán tras el beneplácito de la coalición internacional era impensable hace apenas dos años. Hoy, resulta la opción más favorecida por actores afganos e internacionales, y casi la única alternativa para salir más o menos airosos de la encrucijada afgana. Esta iniciativa se ha ido abriendo camino en los últimos años, tomó cuerpo con el discurso del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el 1 de diciembre de 2009 y recibió carta de naturaleza en la Conferencia Internacional de Londres de enero de 2010.

En Londres, los miembros de la OTAN que combaten en Afganistán respaldaron la propuesta del presidente Hamid Karzai de establecer contactos con la insurgencia para acabar con un conflicto que dura ya nueve años. En la Conferencia de Kabul, el pasado 20 de julio, la comunidad internacional reafirmó su respaldo a las negociaciones como vía hacia la reconciliación. Esta fue una de las principales cuestiones acordadas en la reunión, junto al compromiso de que el ejército y la policía afganos asuman toda la responsabilidad de la seguridad en 2014, y al aumento de la ayuda exterior gestionada directamente por el gobierno afgano.

Presentado bajo la bandera de la reconciliación nacional, el Programa Afgano de Paz y Reintegración se basa en la idea de que se puede diferenciar entre los talibanes moderados –los denominados “reconciliables”– con quienes se puede hablar, y los extremistas, más cercanos a Al Qaeda, que quedan fuera del plan. El objetivo último es cerrar un acuerdo suficientemente sólido que permita un repliegue pausado de las…

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