POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 142

Recuerdo y actualidad de la Unión Soviética

Jesús López-Medel
 | 

‘Vuelvo a un país que ya no es el mismo’. Son palabras de Gorbachov a su regreso a Moscú, una vez fracasado el golpe de Estado contra su gobierno reformador en agosto de 1991. La URSS, el mayor imperio del siglo XX, desaparecía apenas cuatro meses después.

 

En agosto de 1991 se encendió la chispa que precipitó la caída y desintegración del mayor imperio surgido en el siglo XX. Mijail Gorbachov, secretario general y primer (y último) presidente de la Unión Soviética, se encontraba veraneando en Crimea. Junto a los acantilados de Foros, en el cabo de Sarych, el 19 de agosto irrumpían en la dacha presidencial unos enviados del autoconstituido Comité Estatal para el Estado de Excepción. Trasladaban la petición de que dimitiera de sus cargos ante una situación calificada por los golpistas de “grave emergencia”.

 

Por la mente de Gorbachov, pasarían dos nombres. En primer lugar, Eduard Schevardnadze, brillante ministro de Asuntos Exteriores que había advertido públicamente en diciembre de 1990 sobre la posibilidad de un intento golpista que se llevase por delante todas las reformas y la apertura. En segundo lugar, Nikita Jrushchov, otro (bastante más tímido y menos osado) reformista secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) que durante su veraneo de 1964, en este caso en el mar Negro, sería enviado en un avión a Moscú y obligado a presentar su dimisión ante los guardianes de las esencias del comunismo…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO