POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 138

Un nuevo presidente para un mismo Brasil

Ricardo Sennes
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Aunque el nuevo presidente difícilmente alcanzará la popularidad de Lula o Cardoso, Brasil parece mantener un rumbo propio de desarrollo económico y acción exterior. La campaña electoral ha mostrado los distintos matices para un mismo modelo de país.

En los últimos años, Brasil ha sufrido varios cambios estructurales con importantes impactos en su posición internacional. Parte de ese proceso tiene que ver con las políticas del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y de su Partido de los Trabajadores (PT), en particular en los últimos tres años.

En el ámbito interno, dos parecen ser los principales movimientos: un ciclo de alto crecimiento económico con distribución de renta y una redefinición del papel del Estado en la economía. Desde el punto de vista internacional, el mayor cambio es que Brasil ha pasado a adoptar un papel prosistema, asumiendo una creciente responsabilidad global y regional en asuntos de estabilidad política, económica y ambiental.
En las recientes elecciones presidenciales no se ha presentado ningún candidato realmente competitivo que no sea de centro-izquierda, pero aún así se ha abierto un debate profundo sobre el modelo de desarrollo de Brasil, el papel del Estado en la economía y la relación del país con su región y con el mundo. En esos asuntos, las candidaturas de Dilma Rousseff, José Serra y Marina Silva han defendido propuestas con interesantes matices.

 

Ciclo de crecimiento

En los últimos años, Brasil ha registrado unos patrones de crecimiento económico –en torno al seis por cien del PIB anual– muy por encima de los de las tres décadas pasadas. Ese crecimiento se vio interrumpido temporalmente en 2009, cuando el PIB creció apenas un 0,5 por cien, como consecuencia de la crisis mundial, pero rápidamente se retomó el ritmo en 2010, y se espera un crecimiento cercano al siete por cien…

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