POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 152

Un plan para el Sahel

Editorial
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El 11 de enero comenzaba la intervención francesa en Malí. Francia ha sido potencia colonial desde finales del siglo XIX a 1960. François Hollande, elegido presidente de la República en mayo 2012, reunió a su estado mayor a principios de enero. Debemos evitar, dijo el presidente, que Malí se convierta en un estado fallido.

Las fuerzas especiales francesas –paracaidistas, infantería de marina, legión extranjera– han demostrado un grado muy alto de preparación. Por el contrario, las fuerzas malienses han merecido una calificación muy baja. Francia comenzó su intervención en Malí con poco más de 1.000 hombres; hoy tiene casi 4.000. Una parte de ellos permanecerá largo tiempo instruyendo a las fuerzas nacionales. Los soldados de la Misma, misión militar de dirección africana encabezada por Nigeria, respaldarán al ejército maliense en la reconquista del norte del país. Hollande y su gobierno creen que corresponde a los africanos de Mauritania, Níger, Argelia, Burkina Faso, Chad, pero sobre todo a Nigeria, defender a Malí de una peligrosa tenaza, la mayoría terrorista –la de Mojtar Belmojtar en primer lugar– y la minoría yihadista, representada por AQMI, Al Qaeda en el Magreb Islámico. Los analistas, basados en orientaciones generales, creen que la responsabilidad tuareg es grande en Argelia, Libia, Níger y Chad, también en Malí. La capital, Bamako, en el sur, a 200 kilómetros de Guinea-Cona­kry, ha perdido el control del norte desde hace un año. Dos minorías tuareg, Ansar Dine y el MNLA, han peleado especialmente en esa zona, ocupando Gao y Tombuctú, a orillas del Níger, y Kidal al norte, a 100 kilómetros de la frontera argelina. El 2 de febrero, Hollande acompañaba al presidente de Malí, Dion­counda Traoré, dos días después de que las tropas francesas recuperaran Tom­buctú.

Nota al margen: las tropas francesas habían comenzado su despliegue con el apoyo de…

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