POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 141

Partidarias del candidato presidencial Mir Hosein Musavi en 2009. Teherán, Irán. (MOHAMAD ESLAMI RAD/ GETTY)

Una nueva herramienta contra los dictadores

El uso de las redes sociales por jóvenes de Oriente Próximo nada tiene que ver con el de los occidentales. Desde Irán llegaron las primeras lecciones sobre estas nuevas herramientas de movilización.
Masih Alineyad
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Apenas han pasado dos años desde que una noche en la residencia de estudiantes de la Universidad de Oxford, una amiga siria me sugirió abrir un perfil en Facebook antes de volver a Irán para mantener mejor el contacto con ella y con otros amigos. Aquella noche, mientras me enseñaba cómo subir fotos para compartirlas, ella era consciente de que una vez de regreso en Irán no podría ver fotos mías sino con hiyab, pero nunca imaginó que tan solo unos meses después (junio de 2009), todas las fotos y vídeos que llegaran a su pantalla a través de mi perfil serían sangrientas escenas de iraníes manifestándose y cayendo abatidos en las calles a balazos.

Mi amiga siria me envió en esos mismos días un mensaje a través de Facebook: “No sé si alegrarme de haberte abierto un perfil o si apenarme por ti y por tu pueblo al ver ahí estas fotografías y vídeos que compartes, tan llenos de amargura y de violencia, de cómo hieren y matan a la gente en Irán”. Yo entonces estaba tan atareada informando sobre las elecciones robadas de Irán y la violencia desatada contra los manifestantes que no tuve ocasión de responder, pero a principios de este año le escribí: “Hermana querida, ser hijas de Oriente Próximo conlleva dolores comunes. Ahora es en tu Facebook donde los rostros de tus hermanas y hermanos aparecen como antes los de los míos, ensangrentados…”.

 

«Hermana querida, ser hijas de Oriente Próximo conlleva dolores comunes. Ahora es en tu Facebook donde los rostros de tus hermanas y hermanos aparecen (…) ensangrentados… »

 

Esta no es una historia personal. Es la historia de millones de jóvenes de los países de Oriente Próximo que quieren, como los de su generación en los países libres, usar las redes sociales para reír y divertirse. Les gustaría publicar fotos y vídeos de fiestas y cumpleaños, de sus picardías entre chicos y chicas, de sus viajes y sus picnics. Quisieran usar sus “estados” y sus “bandejas de entrada” para concertar sus citas amistosas o amorosas. Pero en nuestros países, la tecnología nos ha servido solo para compartir penas y dolores, y para publicar fotografías y vídeos de la violencia que ejercen sobre nosotros nuestros gobiernos. Si no se es de Oriente Próximo, tal vez un vistazo al uso que hacemos nosotros de Facebook, Twitter, los blogs y demás redes cibernéticas no produzca más que pesadumbre y abatimiento, y la reacción sea eliminarnos de la lista de amigos virtuales. Pero hay otra cara de la moneda, y es un gran caudal de esperanza y de grandes conquistas para nuestra región y, en particular, para Irán.

 

Irán, el cambio de medio

Tras las elecciones presidenciales de junio de 2009, las redes virtuales se transformaron en poderosas herramientas usadas por los jóvenes iraníes para revelar y exponer la realidad. En la misma tarde del 12 de junio, antes de que se produjese en las calles ninguna manifestación de protesta, milicias basiyíes y grupos de individuos de paisano, conectados con el núcleo del poder, atacaron el comité de campaña del candidato a la presidencia de la República Islámica Mir Hosein Musavi, así como también los domicilios de militantes y periodistas críticos, llevándose detenidos a gran número de personas. El mismo día, el gobierno iraní cortó innumerables líneas de teléfonos fijos y móviles, así como todo el servicio de mensajería SMS, para poder anunciar tranquilamente resultados favorables a Mahmud Ahmadineyad por la televisión oficial iraní. Es decir, que aun antes de que se produjera protesta alguna en las calles, el gobierno se había preparado para un golpe de Estado electoral, y puso en marcha todos los preparativos para ello.

En los días siguientes, el gobierno se esforzó en no dejar a disposición de sus críticos ningún medio de comunicación o de protesta. Primero clausuraron los periódicos, a continuación redujeron la velocidad de Internet para que los blogs y las web de noticias no pudiesen informar sobre los ataques que realizaban, y bloquearon muchos de los blogs de protesta y redes virtuales como Facebook. Los jóvenes iraníes siempre han conseguido esquivar tecnológicamente al gobierno, saltándose los bloqueos con software y antifiltros diseñados por otros jóvenes descontentos, por lo que sí pudieron difundirse las noticias de la violencia y los ataques contra páginas web y redes sociales. Uno de esos jóvenes blogueros, conocido por construir potentes antifiltros, es Hosein Ronaqi Maleki, de tan solo 25 años, detenido pocos meses después de las elecciones por ser autor de esos mismos antifiltros. Sigue en la cárcel, afectado por varias enfermedades.

Sin embargo, las detenciones masivas de militantes  y ciberactivistas no lograron que la gente se encerrase en sus casas, sino que sirvió de acicate para buscar otros medios de protesta. Primero, la gente subía por las noches a las azoteas a corear consignas para, al día siguiente, salir a las calles. Los descontentos, al ver que habían cortado los móviles y el sistema de SMS, se encontraban a través de Facebook, Yahoo Messenger, Gmail, Twitter, blogs y demás redes cibernéticas; anunciaban en ellas las concentraciones y manifestaciones, y al día siguiente publicaban allí mismo las fotos y vídeos de sus protestas.

El gobierno iraní entró en estado de shock al ver con incredulidad que 30 años después del triunfo de la revolución, la gente aún tuviera el coraje de acudir a las calles para protestar contra las autoridades de la República Islámica. Así que el ayatolá Jamenei, jefe del Estado iraní, decidió salir a la palestra personalmente para enfrentarse al pueblo, y en el sermón que pronunció durante el primer rezo del viernes posterior a las elecciones, amenazó a la gente con la muerte en caso de que saliesen a las calles. Pero los descontentos, sin medios de prensa y habiendo perdido a muchos de sus compañeros en las manifestaciones de protesta, no temieron y salieron de nuevo a la calle.

 

«El gobierno iraní entró en estado de shock al ver con incredulidad que 30 años después de la revolución, la gente aún tuviera el coraje de acudir a las calles para protestar»

 

A pesar de que todos sus medios de comunicación habían sido cortados o estaban controlados por el gobierno, la gente trataba de no perder el contacto, y se alentaban unos a otros a través de las redes sociales, que funcionaban para los protestatarios como un espejo que les mostrara las dimensiones impresionantes de sus propias apariciones. Durante el día acudían a las manifestaciones y pocas horas después contemplaban en ese espejo de las redes sociales la grandeza de su propia presencia en la calle. Los descontentos, que nunca pudieron verse a sí mismos en la televisión estatal iraní y la voz de cuya protesta quedó siempre apagada, fueron esta vez, tras un fraude electoral, alentados por los dos candidatos contestatarios Musavi y Mehdi Karrubi a alzar sus voces para protestar…

La gente, consciente tras las detenciones de periodistas, los cierres de periódicos y la expulsión de Irán de los reporteros extranjeros de que ya no había periódicos para informar de su presencia por centenares de miles de personas en las calles, tomaron la iniciativa y se convirtieron ellos mismos en periodistas ciudadanos, cubriendo para la prensa internacional de calidad, con sus teléfonos móviles y sus cámaras ordinarias, las manifestaciones de los días 15 y 20 de junio, 4 de noviembre, 7 de diciembre, día de Ashura y otras decenas de manifestaciones más. Y así pudo la gente, eliminada de los medios oficiales, verse reflejada en los más prestigiosos medios de comunicación y canales de televisión de alcance mundial como la BBC, la CNN u otras cadenas de televisión de países libres. Fue una gran derrota para el gobierno iraní, que veía cómo decenas de medios de comunicación oficiales del planeta, en lugar de oír solo la voz de la República Islámica, escuchaba ahora también en Irán una nueva voz, identificada como la voz del Movimiento Verde.

A pesar de toda la represión, dos factores bastaron para dejar en entredicho la exhibición de autoritarismo despótico del gobierno. Primero, la valentía de los combatientes y segundo, las redes sociales que vehiculaban de ahora en adelante la voz de los mismos. La combinación de ambos ha logrado que se perciba cómo el gobierno iraní es capaz de mirar a los ojos de los periodistas extranjeros y, con toda naturalidad, mentir. Y por otro lado, esa misma valentía y esa capacidad de iniciativa en el uso de las redes sociales por parte de la juventud estimularon a muchos otros jóvenes de Oriente Próximo a alzarse frente a sus dictadores.

 

Un bumerán por Oriente Próximo

El alzamiento que tiene lugar actualmente en el mundo árabe puede compararse a un bumerán prodemocracia lanzado en un primer momento por los jóvenes iraníes dentro de un Oriente Próximo contaminado por la dictadura; un bumerán que después fue a Túnez y Egipto, estos días está girando por Libia, Siria, Yemen y, finalmente, volverá a Irán con fuerzas redobladas. Es verdad que los dictadores de Siria, Irán y Libia son más obstinados, y no están dispuestos a abandonar el poder como Hosni Mubarak o Ben Alí, pero también ha asombrado ya al mundo entero el empeño de la juventud iraní, libia y siria por obtener la democracia.

He de reconocer que en ocasiones, al hablar como periodista con familiares de cientos de asesinados y presos durante estos últimos dos años, al escuchar sus quejas y sus lamentos, he podido sentir a veces que tal vez la represión haya logrado apagar la llama de la protesta en Irán, que el Movimiento Verde ha muerto. Pero cuando al mismo tiempo observo el pavor del gobierno de la República Islámica, que no autoriza a los descontentos la celebración de una sola manifestación, siento que el movimiento está vivo y que el gobierno sigue temiendo las ascuas que quedan encendidas bajo las cenizas. Por eso mismo, cuando en la última manifestación de protesta, que causó el arresto domiciliario de Musavi y Karrubi, fue asesinado a tiros por agentes del gobierno el estudiante Sane Jaleh, los mismos agentes procedieron a robar el cadáver del joven manifestante y a presentarlo con cinismo como miliciano basiyí, para evitar que su funeral propiciara una nueva concentración de protesta. Pero aunque en la televisión el gobierno mienta sin reparo, en las redes sociales las fotografías del estudiante contestatario son publicadas, dejando a las autoridades en evidencia.

 

«Facebook y Twitter han hecho temblar la tierra bajo los pies de los grandes dictadores de Oriente Próximo»

 

En estos días los líderes simbólicos del Movimiento Verde siguen retenidos en arresto domiciliario. Y los ciberactivistas, periodistas críticos, abogados, artistas y directores de cine, así como numerosos miembros de partidos políticos, o bien están en la cárcel o en libertad bajo fianza, pendientes de ser devueltos a prisión en caso de pronunciar una palabra.

Dentro de Irán, los únicos autorizados a hablar con los periodistas de las cadenas internacionales son los partidarios del gobierno. Mientras tanto, otros muchos estudiantes, periodistas y militantes se han visto obligados a abandonar el país. A pesar de esta situación, y estando todos los medios de prensa a disposición de los gobernantes iraníes, no son los descontentos quienes están preocupados, sino los gobernantes, que se sienten inseguros. Por eso en vísperas del segundo aniversario de las elecciones, Ahmadi-Moqaddam, jefe de la policía, está tan preocupado como para declarar que “las redes sociales como Facebook y Twitter se han hecho poderosas, y reúnen y organizan a descontentos aislados, delincuentes y servicios de inteligencia extranjeros”. Solo este punto pone ya de manifiesto cómo los valientes manifestantes iraníes, a través de esas “pequeñas” redes sociales, son capaces de quitar el sueño a un gobierno que cuenta con todos los medios militares y policiales a su disposición.

Y de la misma manera, estos “pequeños medios de comunicación” (Facebook y Twitter) han hecho temblar la tierra bajo los pies de los grandes dictadores de Oriente Próximo.