POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 12

Una política de riesgos calculados

Virgilio Zapatero
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Después de muchos años de tensiones, de guerra fría, de incomunicaciones, de diálogo de sordos, en definitiva, parece ahora vislumbrarse un cambio real en las relaciones Este-Oeste, que conduzca a un entendimiento sin recelos y a una colaboración fructífera que enriquezca a ambas sociedades. Hoy cualquier ciudadano de un país de la Comunidad Europea ha oído hablar de Gorbachov y del cambio político que él representa para la URSS. Quizá no sepa a ciencia cierta que es la perestroika, ni qué es la política de transparencia. Quizá tampoco sepa cuáles son los enemigos en la URSS de esta política: si son los burócratas, si son los políticos…; pero seguro que sabe que después de casi setenta y cinco años de revolución, algo puede empezar a cambiar seriamente en la Unión Soviética y que estos cambios van a repercutir en todo el bloque Este y, por último, en las relaciones entre este bloque, al que curiosamente ya casi nadie llama “del telón de acero”, y el bloque al que nosotros pertenecemos.

De hecho, ya están repercutiendo, y la experiencia iniciada en algunos de estos países hubiera sido inimaginable unos años atrás. Yo no voy a entrar en las causas que están originando este proceso, porque acaba de iniciarse. Pero, sin duda, las economías del Este necesitaban aumentar su eficacia productiva, aflojando los controles burocráticos, que en muchos casos entorpecían el desarrollo normal de la producción y de los canales de distribución, e incorporando nuevas tecnologías en sectores que habían vivido durante años sin renovar adecuadamente sus estructuras productivas. Parecía claro que era necesario, a nivel internacional, llegar a una distensión real que pudiese producir una aminoración de los gastos en armamento y reinvertir este ahorro en otros sectores productivos que aumentasen un nivel de vida, ya de por sí, muy…

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