¿Puede Narendra Modi rescatar a la economía india?

 |  19 de mayo de 2014

Quinientos cincuenta millones de papeletas, cinco semanas de votación, y un vencedor indiscutible en las elecciones indias: el nacionalista hindú Narendra Modi. Con 283 escaños, su partido, el Bharatiya Janata Party (BJP), se hace con la primera mayoría absoluta en el Lok Sabha desde 1984. El hasta ahora gobernante Congreso Nacional Indio (CNI) ha sido vapuleado, obteniendo 44 escaños, 11 menos de los que necesita para convertirse en líder de la oposición.

Aunque su mandato es de cinco años, la victoria de Modi augura una era de dominio conservador en la política india. Un reputado analista económico asegura que el futuro primer ministro ha venido para quedarse hasta 2029. La cuestión es si será capaz de realizar la tarea para la que ha sido elegido: reanimar la economía india y lograr un modelo de desarrollo que hasta el momento esquiva al empobrecido país.

La victoria de Modi marca un antes y después en la historia política de la mayor democracia del mundo. Hijo de un vendedor de té y miembro de una casta baja, Modi ha destronado a su principal contrincante, Rahul Gandhi. El verbo no es gratuito: Gandhi es bisnieto de Jawaharlal Nehru y el siguiente eslabón en la dinastía que ha gobernado el país durante la mayor parte de su historia tras la independencia. Tal vez sea el último, pues ni siquiera mostraba demasiado entusiasmo por lograr el cargo de primer ministro. No así Modi, que llevó a cabo una campaña dinámica con apoyo de las redes sociales (acumula más de cuatro millones de seguidores en Twitter).

Su figura, con todo, no deja de ser divisoria. En el pasado el BJP se ha dedicado a excluir a las minorías religiosas del país (y en especial a los musulmanes, que conforman el 15% de la población). Especialmente revelador fue el comportamiento de Modi cuando una serie de pogromos dejaron a cientos de musulmanes muertos en Gujarat. Aunque era el gobernador del Estado (2001-2011), Modi permaneció de brazos cruzados. Al mismo tiempo, su Estado ha crecido a un ritmo anual medio del 8% en la última década. Modi ha sabido poner Gujarat en el mapa, convirtiéndolo en sede de importantes foros multinacionales y en un modelo de desarrollo liberal elogiado por economistas de la talla de Jagdish Baghwati, que se ha ofrecido a participar en su futuro gobierno. No es el único admirador del futuro primer ministro: Goldman Sachs y Gideon Rachman, del Financial Times, también consideran que una dosis de liberalismo económico compensa el fervor nacionalista de Modi. Poderoso caballero es don dinero, e India cuenta ya con una clase media de 300 millones.

La economía ha sido, en efecto, el factor decisivo en estas elecciones. Un estudio reciente de la Universidad de Pensilvania señala que la prioridad principal para el electorado indio ha sido el crecimiento. La razón es sencilla: un gigante como India necesita crecer como mínimo al 5% para absorber los 10 millones de trabajadores que entran al mercado laboral cada año. De 2012 en adelante, el gobierno de Manmohan Singh (2004-2014) no ha logrado mantener esa cuota. También se ha visto sumido en múltiples escándalos de corrupción. Modi, que ha cultivado su reputación de político austero y gestor eficaz, parece la solución perfecta para la encrucijada en que se encuentra el país.

La primera cuestión es si está capacitado para lograr lo que se ha propuesto. Ram Mashru observa que Gujarat –un Estado con costa, infraestructuras portuarias y tendencia a crecer más deprisa que la media india– hubiese crecido a un ritmo vertiginoso con o sin Modi. Un reciente debate acalorado entre Baghwati y Amartya Sen, premio Nobel de Economía, también pone sobre la mesa los límites del modelo de desarrollo de Gujarat. Sen es conocido por su estudio del modelo de desarrollo de otro Estado indio, Kerala. A pesar su relativa pobreza, Kerala ha alcanzado sorprendentes índices de desarrollo humano gracias a un gobierno estatal que aplica políticas de bienestar de forma activa. El contraste con el Estado de Modi, volcado en proporcionar un clima idóneo para inversores extranjeros, es notable. Por eso las críticas de Sen al modelo neoliberal de Gujarat y a su arquitecto han generado una polémica considerable. Un estudio del reputado Raghuram Rajan, actualmente gobernador del Banco Central de India, delega al Estado de Gujarat a la categoría de “menos desarrollado”, en tanto que Kerala se mantiene a la cabeza del país.

En segundo lugar, India permanece lastrada por retos descomunales. La urbanización y la presión demográfica, la miseria, la corrupción y las difíciles relaciones con sus vecinos (en concreto China y Pakistán) son problemas que ningún individuo puede resolver solo, y que forzarían la capacidad de cualquier ministro al límite. En cuestiones como la política exterior, la trayectoria de Modi augura una posición más agresiva en la arena internacional, similar a la que ha adoptado el Japón de Shinzo Abe. Pero incluso en la economía, supuesto punto fuerte del futuro primer ministro, el futuro de la India continua siendo incierto.

 

 

 

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