Autor: Morten Storm, Paul Cruickshank, Tim Lister
Editorial: Ediciones Península
Fecha: 2015
Páginas: 432
Lugar: Barcelona

Mi vida en Al Qaeda

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Hay ocasiones en las que la realidad supera a la ficción. Resulta quizá una expresión manida, pero en el caso del libro que nos ocupa es una inquebrantable verdad. La historia del danés Morten Storm narrada en Mi vida en Al Qaeda resulta tan impactante que cuesta concentrarse en el hecho de que no es producto de la imaginativa mente de un novelista.

Lo primero que encontramos al abordar este libro es a su autor sonriéndonos desde la portada. Pero no solo sonríe, además porta en sus manos un fusil de asalto Kalashnikov y viste con un thawb tradicional árabe. Esta fotografía, sacada de la colección personal de Storm, apenas sirve de preparación para la historia que se irá desgranando en el interior del libro. Una vez comenzada la lectura, nos veremos irremediablemente atrapados por la increíble historia de Storm, el danés que se convirtió en yihadista y espía.

Aunque sin duda resulta cautivadora la parte del libro que trata sobre espionaje, servicios secretos y agentes infiltrados, quizá lo más impactante del libro resulta ser la vida cotidiana del autor antes de convertirse en agente doble.

El relato de la vida de un occidental converso al radicalismo islámico nos pone frente a una situación que para la mayoría de nosotros pasa desapercibida, y es que en el seno de nuestras ciudades y pueblos existen redes de captación, conversión y radicalización para la yihad global. Alrededor de ciertas mezquitas radicales y de ciertos personajes carismáticos se han ido generando redes, a través de círculos de estudio, de actos sociales, etcétera, que sin duda resultan atractivas para los jóvenes desarraigados que se acercan a ellas. El descenso a las profundas oscuridades del radicalismo religioso de Storm se puede leer con reminiscencias de Dante, cada vez en un círculo más profundo. Sus primeros contactos con la religión, los grupos de oración, su primer viaje a la escuela islámica de Dammaj, en Yemen, su amistad con Anuar al-Aulaki; asistir a ello fascina y a la vez repele, puesto que nos hace sentir como si espiáramos por una rendija a esos “monstruos del armario” que pueblan desde hace algún tiempo las pesadillas del mundo.

Decía que es un libro que incita a la reflexión, y ese es sin duda uno de sus puntos fuertes. Para alguien que esté interesado en el devenir de los tiempos y en buscar explicaciones a los sucesos que acontecen a nuestro alrededor, este libro resultará una valiosa experiencia. Sin embargo, no busquen aquí respuestas al fenómeno del yihadismo global o a por qué se ha ido radicalizando el islam. Tampoco análisis sobre cómo la pobreza y la exclusión social pueden conducir a la violencia religiosa. No encontrarán nada de eso. Simplemente encontrarán el crudo testimonio de un niño maltratado de Korsør que cayó en las redes del fanatismo y que, tiempo después, contaría su increíble testimonio.

Nada más, y nada menos.