Alfombra roja: Theresa Kachindamoto

Política Exterior
 |  29 de abril de 2016

APODO: La educadora sexual.

FRASE: “Si las niñas reciben educación, pueden tener todo lo que quieran”.

CURRÍCULO: Theresa Kachindamoto nunca tuvo entre sus objetivos dedicarse a la política y, aún así, a día de hoy es la gobernadora de Dezda, uno de los 27 distritos de Malaui, ubicado en la parte central del país y que reúne a casi un millón de personas. Hasta hace trece años, Kachindamoto había sido secretaria en un colegio en Zomba, otro distrito de Malaui. Pero su pertenencia a una familia de jefes tradicionales y el mandato de sus superiores obligó a Kachindamoto a regresar a su ciudad natal. En sus propias palabras, fue elegida por “ser buena con las personas”. En los últimos años ha demostrado que no se equivocaban.

Desde su posición de poder, Kachindamoto ha podido luchar por los derechos de las niñas en Malaui. Según Unicef, el país tiene uno de los índices más altos de matrimonio infantil: más de la mitad de las menores de 18 años están casadas. Factores como la pobreza, la violencia y la desigualdad, unidos a una cultura del silencio, han dificultado el acceso de las niñas a la educación, haciéndolas más vulnerables. Poco ha ayudado la ley aprobada en 2015 que establecía la edad mínima para casarse en 18 años, pues sigue existiendo la posibilidad de casarse por derecho consuetudinario si existe consentimiento paterno y de los líderes tribales.

MÉRITOS: Kachindamoto decidió frenar esta práctica cuando vio a niñas de 12 años paseando a sus hijos por la calle. Dentro de su jurisdicción, hizo firmar un acuerdo para finalizar el matrimonio infantil a 50 personas bajo su cargo. Para verano de 2015, había suspendido 330 matrimonios, consiguiendo que las niñas volvieran al colegio. Hoy, el número asciende a 850. Aquellos jefes que han seguido dando su consentimiento para los matrimonios infantiles han sido suspendidos. Y, cuando los padres no pueden costearse la escuela, busca e incluso aporta financiación para ello. Ha creado incluso una red de “padres espías” para asegurarse de que los niños vayan a la escuela. Además, Kachindamoto también lucha para prohibir las prácticas de iniciación sexual en niñas y por seguir aumentando la edad mínima para el matrimonio hasta los 21 años.

Su incansable lucha en uno de los países menos desarrollados del mundo –Malaui ocupa el puesto 160 de 182 países en el ranking del Índice de Desarrollo Humano– para asegurar la educación tanto en niños como en niñas le ha valido el reconocimiento por parte de las Naciones Unidas. Alfombra roja para la educadora sexual.

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