Documentales sin Oscar, pero con mucha política

Política Exterior
 |  29 de febrero de 2016

El Oscar al mejor documental se lo ha llevado Amy (sobre la Winehouse), pero no queríamos dejar de repasar otros documentales más “políticos” que optaban a la estatuilla. Una mirada lúcida a dos conflictos de hoy –la violencia del narcotráfico en México, la implosión de Ucrania– y uno de ayer –el genocidio en Indonesia–, aún irresuelto.

 

Cartel Land, dirigida por Matthew Heineman (Estados Unidos)

De México a Estados Unidos y de Estados Unidos a México. El director de Cartel Land, Matthew Heineman, va de un lado a otro de un territorio al margen de la autoridad del Estado. Lo hace cámara al hombro en una frontera donde la división entre “buenos” y “malos” es tan borrosa como nítida es la de “ricos” y “pobres”. Dos hombres lideran –cada uno a su manera– una personal batalla contra los cárteles de la droga. El cirujano José Manuel Mireles crea en Tepalcatepec, en el Estado mexicano de Michoacán, unas autodefensas que, en su declarada búsqueda de justicia y seguridad, generan en el espectador una mezcla de terror y comprensión. Se oscila entre uno y otro cuando Heineman muestra la ley de la calle que aplican las milicias frente al negocio de la muerte sin rostro de los Caballeros Templarios, el cártel de la droga que combaten. Más aprensión que las autodefensas de Mireles generan las operaciones de los paramilitares comandados por Tim Foley en Altar Valley, Arizona. Foley, veterano del ejército, patrulla día y noche un área estadounidense conocida como “el corredor de la coca”. Su grupo, de unos 200 miembros, denominado Arizona Border Recon, ha asumido por iniciativa propia la vigilancia de esa parte de la frontera que para ellos es “zona de guerra”. Están armados, aunque afirman que es por seguridad personal. Su objetivo es todo aquel que pase de México a EE UU de forma ilegal: traficantes, inmigrantes ilegales y, según ellos, terroristas. Como cineasta, el director no ha podido evitar verse arrastrado por la personalidad de Mireles y la envergadura de su misión. En junio de 2014, Mireles fue detenido por el ejército mexicano y hoy sigue en prisión. Cartel Land es un documental sobre las distintas maneras de pervertir conceptos como justicia y supervivencia.

 

Winter on Fire: Ukraine’s fight for freedom, dirigida por Evgeny Afineevsky (Ucrania)

Noventa y cuatro días pasaron desde que el primer ministro de Ucrania, Viktor Yanukóvich, rechazara el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, el 21 de noviembre de 2013, hasta que huyera de Kiev, el 22 de febrero de 2014. Esos tres meses que han cambiado Ucrania para siempre son los que relata el documental Winter on Fire: Ukraine’s fight for freedom. Una década después de la Revolución Naranja, la Plaza de la Independencia de Ucrania, el Maidán, volvió a convertirse en el epicentro de un movimiento de protesta. Las manifestaciones, comenzadas de forma pacífica, fueron duramente reprimidas a los pocos días. El propósito inicial, el acercamiento a la UE, se transformó en la búsqueda de mayor libertad. “Nadie puede hacer que una persona libre se arrodille”, dice uno de los protagonistas del documental. Evgeny Afineevsky consigue mostrar dos elementos esenciales en el desarrollo del Euromaidán. En primer lugar, la dureza de las fuerzas de seguridad ucranianas, que acabaron con la vida de más de un centenar de personas. Segundo, aquello que no salía en periódicos ni televisiones, que solo se podía ver desde dentro: el sentimiento de comunidad. Para cuando Yanukóvich huyó de Kiev quedaba poco de pacífico en las protestas. Hubo muertes en ambos bandos, aunque con una balanza muy desproporcionada, y decenas de personas desaparecidas. La película de Afineevsky cierra aquí su historia, pero el Euromaidán ha sido un punto de inflexión para una Ucrania, que sigue buscando su camino.

 

The look of silence, dirigida por Joshua Oppenheimer (Dinamarca)

La sensación de irrealidad, por lo general, no suele ser buena compañera a la hora de ver un documental. En el caso de The act of killing, no tanto predecesora como compañera de The look of silence, esa sensación alcanzaba el paroxismo, dejando al espectador, además de sin aliento, huérfano de referencias sólidas. Quizá sea la única forma de tratar el asesinato de medio millón de personas. En esta ocasión, Oppenheimer ha regresado al infierno de las purgas anticomunistas en Indonesia de 1965 y 1966 para volver a ponernos los pies en la tierra. En la –en palabras de Werner Herzog– “potente, surrealista y terrorífica” The act of killing, Oppenheimer repasaba el genocidio indonesio junto a sus ejecutores, quienes recreaban las torturas y asesinatos delante de la cámara como si se tratase de una mala película de serie B; en The look of silence, el documentalista estadounidense acompaña a una de las víctimas, Adi Rukun, cuyo hermano fue torturado y asesinado, mientras se enfrenta a sus verdugos. Un testigo incómodo que, junto con Oppenheimer, conforman una especie de comisión de la verdad en un país donde no ha habido justicia para las víctimas y sí honor para los verdugos. “Quería sumergir al espectador en el silencio impuesto a los supervivientes”, ha dicho Oppenheimer, declarado persona non grata en Indonesia. Lo ha conseguido.

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