¿Qué supone para el mundo el ascenso de China?

Frank Giustra
 |  5 de mayo de 2016

Parece que nuestro mundo es tan inestable como siempre ha sido. En todas partes se gestan conflictos, en muchos casos interconectados y con una cacofonía de actores que confunde hasta a los diplomáticos más experimentados. Para empeorar las cosas, tenemos un Consejo de Seguridad disfuncional y falta de voluntad para resolver conflictos por parte de la comunidad internacional.

Muchos de estos conflictos tienen el potencial para estallar en verdaderos problemas globales. La guerra en Siria, por ejemplo, ha resultado en confrontaciones entre Rusia, los poderes occidentales, gobiernos y facciones armadas en todo Oriente Próximo. El conflicto sirio también ha contribuido al ascenso del Estado Islámico, que en los últimos meses se ha atribuido la responsabilidad de ataques terroristas consecutivos en Egipto, Líbano, Francia y Bélgica.

Sin embargo, a largo plazo estoy más preocupado con el cambio tectónico del poder mundial, algo que ocurre solo cada siglo, más o menos. En este sentido, merece la pena examinar la disputa entre Estados Unidos y China.

El ascenso y caída de los imperios sigue patrones similares. Desafortunadamente, el paso del testigo de un poder global a otro rara vez ocurre sin un conflicto importante. Para el orgullo de una nación reinante no es fácil ceder el poder. La única excepción reciente que se me ocurre fue la transición de Gran Bretaña a EE UU como poder dominante tras la Segunda Guerra mundial.

El desarrollo de EE UU y China como poderes industriales comparte rasgos similares y están separados por solo cien años. Durante su crecimiento industrial, EE UU trató, sobre todo, de centrarse en sus propios asuntos y mantenerse al margen de las disputas globales, al igual que China en la actualidad. El foco estadounidense se puso sobre todo en la superioridad económica, de nuevo sin diferencias con China. No fue hasta la introducción de la Doctrina Monroe en 1823 cuando EE UU empezó a flexionar su músculo militar para avisar a los poderes europeos de los peligros de colonizar las Américas. Cualquier interferencia sería vista como un acto de guerra. Esto fue el principio de una serie de doctrinas presidenciales que expandieron las circunstancias en las que una nación podría involucrarse contra riesgos externos, reales o percibidos, culminando con la Doctrina Bush, que proclamaba que EE UU tenía el derecho para atacar de forma preventiva si sentía que su seguridad estaba amenazada. Me pregunto si China estará a punto de proclamar su propia Doctrina Monroe si su economía sigue creciendo.

 

Pekín ha reforzado de manera silenciosa su fuerza militar hasta niveles incómodos para Occidente

 

En los últimos 35 años, China se ha transformado de una sociedad comunista a una economía capitalista gestionada por el Estado. Durante este periodo, ha mantenido una política exterior con un perfil bastante bajo. Algunos analistas predicen que China superará a EE UU como líder del poder económico global dentro de los próximos diez años, y en algunos aspectos ya va por delante. Recientemente, Pekín ha reforzado de manera silenciosa su fuerza militar hasta niveles incómodos para Occidente. También trabaja duro para alcanzar a EE UU en capacidad tecnológica. Hay quien argumenta que Washington siempre mantendrá su superioridad militar y tecnológica. Tal vez, pero nunca hay que subestimar la capacidad china.

La disminución del potencial de comercio transfronterizo, en especial entre China y Occidente, es preocupante. Durante las décadas anteriores, China alcanzó un crecimiento explosivo centrándose en su economía de exportación, con EE UU como su mayor social comercial. De cara el futuro, el mercado estadounidense será menos importante. Hay un límite a lo que China puede vender a una economía tan apalancada como la de EE UU. El problema se agrava por el hecho de que China es el mayor propietario de deuda estadounidense. China conoce los riesgos y ahora trata de pasar de una economía dependiente de las exportaciones a una impulsada por el consumo interno. La historia demuestra que cuando los países están ocupados comerciando unos con otros, hay poco apetito para el conflicto. La gente a ambos lados puede prosperar mediante la venta o ser felices en su consumo hedonista. Pero cuando el comercio se detiene comienzan las guerras.

Las reclamaciones por las competencias territoriales y marítimas en el mar del Sur de China entre China y sus vecinos ha provocado una respuesta estadounidense. En agosto, en una reunión regional en Kuala Lumpur, el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, acusó con agresividad a Pekín de violar el Derecho Marítimo Internacional. “Dejadme ser claro: EE UU no aceptará restricciones de libertad de navegación o sobrevuelo o de cualquier uso legítimo del mar”, dijo Kerry. En respuesta, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, emitió un comunicado según el cual “China se opone a cualquier acto o palabra no constructiva que amplíe la división, exagere el antagonismo o cree tensiones”.

 

China ve con inquietud la disposición de EE UU para hacer de policía mundial con alardes de fuerza militar

 

En octubre, un buque de guerra estadounidense desafió los límites territoriales en torno a un arrecife de las Islas Spratly, reclamado por China, como parte de su programa Libertad de Navegación. En noviembre, Barack Obama visitó un buque de guerra filipino poco después de llegar a Manila para el comienzo de la Cumbre de Asia Pacífico. Allí subrayó el compromiso de EE UU con la defensa de Filipinas, una de las naciones del Sureste Asiático envuelta en disputas en el mar del Sur de China.

La disposición de EE UU para hacer de policía mundial a través de avisos y alardes de su fuerza militar es algo que China observa con inquietud. ¿Hasta dónde llegará Washington trazando una línea roja, teniendo en cuenta sus alianzas en la región? ¿Hasta qué punto impulsará EE UU su poder militar en respuesta a su declive económico frente a China? ¿Y en qué punto se sentirá China lo suficientemente preparada como para proclamar su propia Doctrina Monroe y proteger su área de influencia?

Si China se mantiene en el camino para emerger como el líder económico global, estas preguntas cobrarán nueva importancia. Las tendencias pueden evolucionar de manera gradual, y los recientes signos de desaceleración económica de China pueden significar que las cosas se mantendrán sin cambios durante algunos años. Sin embargo, si mi preocupación es acertada y algún día China decide perseguir una política exterior más potente, se necesitará la participación de toda la comunidad global y mucha suerte para evitar un resultado catastrófico.

Artículo de la serie “El futuro del conflicto” de International Crisis Group para celebrar el 20º aniversario de la organización. politicaexterior.com publicará en español los 20 ensayos de la serie.

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