La caótica retirada de Estados Unidos de Afganistán ha cogido a los europeos con el pie cambiado, impotentes ante su incapacidad de influir sobre Joe Biden y a la defensiva ante una inminente ola migratoria que divida a la Unión Europea, como sucedió en 2015 con Siria. De nuevo oímos las apelaciones para lograr una autonomía estratégica que dote a la UE de voz propia en este tipo de conflictos. Sin embargo, la división en torno a estos asuntos, el estratégico y el migratorio, persiste.
Mientras tanto, la actual crisis afgana, con imágenes que retrotraen a otras épocas más convulsas –como la toma del poder talibán en apenas unas semanas o la atropellada evacuación occidental, sin siquiera la capacidad de garantizar el acceso seguro al aeropuerto– derrumba de manera abrupta algunos anhelos europeos entorno a la presidencia de Biden.
Después de casi ocho meses en el cargo, Biden ha continuado…