POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 176

Mujer mexicana asomada a través de la valla que separa parte de la frontera entre México y EEUU (San Ysidro, California, 10 de junio de 2007). GETTY

México y EEUU en 2017. ¿La guerra del fin del mundo?

Los mexicanos temen que la apuesta de las últimas décadas por la integración con Estados Unidos, más que prosperidad, les haya conducido a un destino que combatieron tercamente desde 1847 hasta 1990: la vulnerabilidad ante el poderoso vecino del Norte.
Soledad Loaeza
 | 

La victoria de Donald Trump en la última elección presidencial estadounidense fue como una descarga eléctrica para los mexicanos. Pensábamos que nuestra amistad con Estados Unidos era eterna y así, de repente, estábamos al borde de la guerra con tan poderoso vecino. Su presidente nos ha denunciado como criminales, violadores y narcotraficantes, nos ha señalado porque –dice– hemos descargado en su territorio nuestros problemas y lo peor de nosotros mismos. También nos ha acusado de aprovecharnos de ellos con un tratado de libre comercio injusto que –según él– les ha costado millones de empleos e inversiones, mientras que los beneficios para los mexicanos han sido muchos y grandes.

Sin embargo, el asunto que verdaderamente le importa es la migración, y las medidas que ha anunciado para expulsar al mayor número posible de mexicanos prueban que le molesta esa presencia porque no hablamos inglés y porque no somos blancos. Así quedó demostrado durante la campaña presidencial que por momentos fue monotemática, sobre todo una vez que Trump probó el atractivo popular de un asunto profundamente emotivo que remueve la xenofobia y el racismo de un alto porcentaje de estadounidenses blancos de bajos ingresos o desempleados, y poco educados. Para su regocijo, el entonces candidato republicano prometió construir un muro “alto, fuerte y hermoso” para proteger su frontera Sur. Y para añadir ofensa al insulto, ha dicho con sorna que todavía no lo sabemos, pero que nosotros vamos a pagar los más de 21.000 millones de dólares que costará el muro. Cifra que, en su opinión, apenas compensa lo que hemos esquilmado a nuestro ingenuo vecino.

Este anuncio trae consigo el acta de defunción del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, en inglés) que se firmó en 1994, en medio de gran entusiasmo por parte del gobierno de Carlos…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO