POLÍTICA EXTERIOR nº 172 - Julio-agosto 2016
El Internet contingente
Es difícil imaginarse un Internet “diferente”. Sin embargo, su naturaleza y diseño obedecen a las decisiones que sus creadores tomaron sobre la marcha. El futuro de Internet no está escrito: está en manos de la industria, los gobiernos, los usuarios y la comunidad investigadora.
¿Sería posible que Internet nunca hubiera ocurrido? ¿Podría ser que en un universo paralelo, en el que los creadores de Internet hubiesen seguido otras carreras, viviéramos sin la red que une los ordenadores entre sí? ¿Sería posible que estuviéramos usando ordenadores personales verdaderamente personales, que no estuvieran conectados al mundo, a menos que copiásemos su contenido en un disco y lo enviásemos a otra persona por correo postal?
En realidad, esa posibilidad es bastante improbable. Internet fue en algunos aspectos un producto de su tiempo: en la década de 1960 ya estaba “en el aire” la idea de una red global de ordenadores. Joseph Carl Robnett Licklider, visionario de la época, ya había predicho la videoconferencia, la información compartida, la mensajería instantánea, el pago de impuestos en línea, la deslocalización empresarial y la potencial brecha digital.1 No obstante, en esos primeros tiempos había ideas contrapuestas sobre cómo se debería construir una “red de ordenadores”. En ese universo alternativo existiría sin duda Internet, pero probablemente sería muy distinto.
Sorprende solo pensar en ello, dada la ubicuidad de Internet hoy. La red de redes está tan integrada en nuestras vidas que se diría que las cosas no podrían haberse desarrollado de otra manera. ¿Cómo habría sido ese Internet alternativo? Esta pregunta es importante. En los primeros tiempos de Internet se abrieron diversos caminos posibles; así pues, reconocer que la naturaleza de la red que conocemos dependió en su momento de decisiones que podrían haber dado resultados diferentes, es reconocer que el futuro de Internet es también impredecible. La sociedad se topará sin duda con bifurcaciones en el camino que determinarán el porvenir de la red. Debemos admitir este hecho y debatir las alternativas, en lugar de mirar atrás y preguntarnos si en su día elegimos bien. Es una oportunidad que no podemos desaprovechar.
Diseñar algo que no se sabe para qué sirve
Internet es una red generalista, diseñada para usos diversos. Sirve para enviar mensajes de correo electrónico, ver vídeos, jugar a videojuegos, consultar sitios web y miles de cosas más. Para un ingeniero especialista en redes, Internet es el sistema que permite el movimiento de datos y las aplicaciones (como los navegadores web, que el usuario medio suele asociar con el concepto más general de “Internet”) son las que hacen funcionar este servicio de transmisión. Modularidad y generalismo parecen ser características muy adecuadas para la estructuración de una red que conecta a distintos ordenadores entre sí. Estos son dispositivos de uso general; habida cuenta de que Internet conecta este tipo de dispositivos, parece lógico que también la red tenga un uso generalista…
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