¿Va Irán a “capitular”, en palabras de Donald Trump, es decir, a renunciar a enriquecer uranio en su propio suelo? Después de la llamada “Guerra de los 12 días” entre Israel e Irán, que terminó con un alto el fuego tras la intervención militar estadounidense, Trump cree que hay más posibilidades de concluir su acuerdo en sus condiciones: es más probable que Irán acepte renunciar al enriquecimiento de uranio.
Por su parte, Irán, que pudo poner a resguardo su producción de unos 400 kg de uranio enriquecido al 60% antes de los ataques estadounidenses, aprobó el 25 de junio una ley por la que suspende toda cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), mientras no se respeten la soberanía nacional y la integridad territorial de Irán, y mientras no se reconozca su derecho a enriquecer uranio en virtud del artículo IV del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP).
¿Qué nos dice la historia de las negociaciones sobre la capacidad de Estados Unidos, y más ampliamente del P5+1, para obligar a Irán a dominar todo el ciclo del uranio?
Los orígenes de la crisis
Aunque bajo la administración Clinton (1993-2001) Irán ya había sido acusado de buscar un programa nuclear militar, el verdadero detonante de la “crisis nuclear iraní” se produjo el 14 de agosto de 2002. En una rueda de prensa en Washington D.C., un opositor al régimen iraní reveló la existencia de dos instalaciones nucleares en construcción que no habían sido declaradas al OIEA: el reactor de agua pesada de Arak y la planta de enriquecimiento de Natanz.
Según el artículo IV del TNP, Irán tenía derecho a desarrollar la investigación, la producción y la utilización de la energía nuclear con fines pacíficos. Además, en aquel momento, su programa nuclear se encontraba todavía en…
