Autor: Volker Ulrich
Editorial: Taurus
Fecha: 2025
Páginas: 294

La República de Weimar como advertencia

Volker Ullrich examina las decisiones concretas que acabaron con la República de Weimar. No solo fue el escoramiento ultraconservador el que acabó con la joven República. Hubo otros factores históricos, políticos y sociales.
Román Gil 
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La República alemana de entreguerras es frecuentemente revisitada como advertencia histórica sobre los peligros que acechan a una democracia liberal, y no falta quien considera que se podrían sacar valiosas lecciones para nuestros tiempos. ¿Rima Weimar con el siglo XXI, acechan a las democracias de hoy los peligros germánicos de hace 100 años? ¿Cabe aprender de sus errores?

El título del libro del periodista e historiador Volker Ullrich, El fracaso de la República de Weimar. Las horas fatídicas de una democracia, parece incidir en esa visión pedagógica de la historia que casi reconoce implícitamente el autor en el epílogo, cuando hace referencia a la creciente representación en la actualidad de AfD, “un partido entre conservador de derecha y extrema derecha”, dice. Rememora cómo la derecha alemana fue escorándose progresivamente hacia sus extremos ideológicos, permitiendo eventualmente la elección como canciller de un cabo austriaco, Adolf Hitler, quien había asegurado que respetaría la Constitución alemana al ser elegido canciller (primer ministro). La mayoría conservadora de los ministros no nazis del inicial gobierno de Hitler –cinco de ocho– pensó que iba a neutralizar la situación, pero bastaron cinco meses para desmantelar las garantías liberales del orden constitucional alemán.

No solo fue el escoramiento ultraconservador –grotescamente reflejado por el de una izquierda comunista también extremista y contraria a la democracia liberal– el que acabó con la joven República. Otros factores históricos, políticos, sociales y económicos como el Tratado de Versalles, la hiperinflación, defectos constitucionales y la polarización política minaron la primera democracia alemana, a pesar de no haber estado predestinada al colapso. Nuestro autor argumenta que estas crisis, sumadas a errores en la toma de decisiones, permitieron el ascenso del nazismo y prueban la fragilidad de las democracias.

La crisis económica fue un factor muy relevante en la destrucción de una República que hubo de afrontar una abrumadora deuda de guerra y el pago de las reparaciones impuestas por el Tratado de Versalles. La hiperinflación, resultado de imprimir grandes cantidades de dinero para pagar la deuda, devastó la economía en la década de los veinte y la confianza en el orden existente, generando un trauma (aun presente hoy en la memoria emocional y política de los alemanes) propicio para el populismo, que ya sabemos que propone (falsas) soluciones simples a problemas complejos. La política de austeridad del tardío gobierno Brüning contribuyó notoriamente a la desafección democrática con causa económica.

 

«No solo fue el escoramiento ultraconservador el que acabó con la joven República. Hubo otros factores históricos, políticos y sociales»

 

La constitución de Weimar, con sus pilares de soberanía popular, incorporación de derechos fundamentales, federalismo con preeminencia de Prusia y fuerte componente social, tenía errores de diseño, como el sistema de representación proporcional que resultó en gobiernos de coalición débiles e inestables y un poder extraordinario que permitía al presidente gobernar por decreto en estados de emergencia. Ahí está su denostado artículo 48, ideado por la socialdemocracia para proteger a la República, pero muy peligroso como antecedente dictatorial cuando los contrarios a la democracia alcanzaban el poder, aun por las urnas.

La República estuvo marcada por la agitación permanente, gran brutalidad en las calles, levantamientos revolucionarios y separatistas, constante violencia y asesinatos políticos como el de Walter Rathenau, que fue especialmente notorio. Hay que destacar igualmente la grieta entre sociedad civil y ejército, el alto desempleo y la máxima polarización ideológica entre facciones de extrema izquierda y extrema derecha, en radical confrontación de amigo/enemigo, e incluso entre la izquierda socialdemócrata y la comunista.

Sin embargo, según Ullrich, el fracaso no fue inevitable. A pesar de las dificultades, el libro destaca varias oportunidades que pudieron cambiar el curso de la historia y evitar el fiasco final. Enfatiza que el éxito o el fracaso de una democracia puede depender de las acciones concretas de las personas.