AFKAR-IDEAS  >   NÚMERO 76

Protestas impulsadas por GenZ 212, reclamando "justicia social" y "lucha contra la corrupción". Marruecos, octubre de 2025. /abu adem muhammed/anadolu vía getty images

Redefinir las relaciones UE-Magreb

Treinta años después de Barcelona, la relación entre la UE y el Magreb sigue siendo asimétrica y más frágil que nunca. Se necesita una nueva visión estratégica basada en la reciprocidad.
Youssef Cherif
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Lejos de las aspiraciones de sus primeros firmantes, el 30 aniversario del Proceso de Barcelona ha suscitado más discursos fúnebres que celebraciones. A pesar de iniciativas como la Unión por el Mediterráneo (UpM) de 2008 para dinamizar el proceso, o del Nuevo Pacto para el Mediterráneo presentado por la Unión Europea (UE) en 2025, el Proceso de Barcelona sigue resultando poco convincente. En 1995 se prometieron paz, estabilidad, desarrollo, coprosperidad y un diálogo Norte-Sur descolonizado y desacomplejado. Sin embargo, el panorama actual es exactamente el inverso.

¿Es culpa de la UpM, de la UE o de los Estados que gobiernan las costas mediterráneas? No solo. El clima – atmosférico y geopolítico– ha sufrido grandes cambios. La tecnología ha dejado obsoletos muchos conceptos y ha despertado pulsiones identitarias e históricas que se creían superadas. La migración y el terrorismo globalizado son dos constantes. Es la suma de todos estos factores lo que explica el resultado actual: la cooperación es hoy más frágil que nunca. ¿Cómo pueden los países del Magreb y los del Sur de Europa repensar, en este clima enrarecido, su relación para responder a sus aspiraciones mutuas? Hay que mantener el diálogo abierto y evitar la espiral violenta del Sahel, centrarse en lo parcial más que en el todo; crear proyectos de impacto visible y rápido y, por último, explorar el futuro tanto como el pasado.

 

El camino desde Barcelona

Sin embargo, conviene matizar la crítica. En estos 30 años se han dado pasos importantes, como la creación de múltiples instrumentos de cooperación (acuerdos de asociación entre la UE y la mayoría de países del sur mediterráneo, instrumentos financieros, la política europea de vecindad –para las relaciones de la UE con sus vecinos–, la UpM, etc.). Todo ello ha revolucionado los intercambios comerciales, la movilidad de profesionales…

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