El presidente de España, Pedro Sánchez, y el de Cuba, Miguel Díaz-Canel, se saludan durante su encuentro en la sede de la ONU en Nueva York, el 25 de septiembre de 2018. LA MONCLOA

Agenda Exterior: España y Cuba

Agenda Pública y Política Exterior
 |  27 de septiembre de 2018

¿Por qué España necesita una política de Estado hacia Cuba?

 

Hace 32 años que un presidente de gobierno español no viaja a Cuba. Es el único país de Iberoamérica, además, al que los reyes de España no han hecho una visita oficial. Ahora, tras el encuentro entre Pedro Sánchez y Miguel Díaz-Canel en Nueva York, en el marco de la Asamblea General de la ONU, ambos países anuncian el relanzamiento de relaciones, visitas de Estado incluidas.

El calendario con el que trabajan en La Moncloa dejaría el viaje de los reyes de España para 2019, coincidiendo con el 500 aniversario de la fundación de La Habana. Antes viajarían a Cuba el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Josep Borrell, y quizá el propio Sánchez.

Económicamente, las relaciones son sólidas: una de cada cuatro empresas extranjeras acreditadas ante la Cámara de Comercio de Cuba es española. En el ámbito político, sin embargo, la cuestión cubana ha servido en España como arma arrojadiza entre el gobierno y la oposición. El relevo político tanto en Cuba como en España abre nuevas oportunidades. Preguntamos a siete expertos por qué España, uno de los principales socios comerciales de la isla, necesita una política de Estado para Cuba.

 

Manuel Alcántara | Catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad de Salamanca y profesor en el INSTITUTO DE IBEROAMÉRICA

Hay dos tipos de razones obvias por las que Cuba supone un caso diferente en el entramado latinoamericano con respecto a la relación que España tiene con la región. El primer grupo de argumentos gira en torno al hecho diferencial que supuso la independencia cubana, gestada ocho décadas más tarde que el promedio de las independencias americanas, lo que contribuyó a desarrollar, a lo largo del siglo XIX –el siglo por excelencia de la construcción romántica de la nación– un escenario muy peculiar. El segundo tiene que ver con el papel continental que Cuba asume a partir de 1959, que no tiene parangón alguno con otro país latinoamericano. Teniendo en cuenta ello y desde el respeto a la soberanía indiscutible de ambos países, así como desde la asunción de principios que estructuran el orden internacional multilateral donde se integra la política de derechos humanos, ambos países deberían establecer un nivel de interlocución permanente. Asimismo, es fundamental definir un nivel de relación preferente mediante la potenciación de relaciones en ámbitos que no han sido desarrollados suficientemente, como el académico y el científico. Integrar convenios de colaboración en la cooperación Sur-Sur, en la que Cuba tiene una amplia experiencia, con la mejora de los canales de comunicación que existen entre Cuba y las comunidades de cubanos en el exterior es también una tarea ineludible del gobierno español.

 

Carlos Alonso Zaldívar | Embajador de España en Cuba entre 2004 y 2008

Porque, siendo Cuba una tierra en la que España no ha dejado de estar presente desde que allí llegó hace más de 500 años, si hoy no fuera capaz de tener una política de Estado hacia la isla significaría que España ya no es capaz de tener una política exterior propia. Y así sería valorado por otras naciones.

 

José Ramón García | Portavoz de Asuntos Exteriores del Partido Popular en el Congreso y secretario de Internacional del PP. @JoseRa_Ghdez

Ha habido siempre unas líneas maestras muy consolidadas que se corresponden a la importancia que tiene Cuba para España por unos lazos económicos, históricos, políticos, sociales, culturales y personales. Esto se está quebrando porque, por primera vez en nuestra historia, el gobierno se apoya en unas minorías que tienen un proyecto y una concepción de España totalmente diferente a la de los dos grandes partidos y, además, con el agravante de que una de esas minorías, Podemos, es deudora del régimen cubano. Eso quiebra toda posibilidad de consenso en una política exterior hacia Cuba. Si el ministro Borrell, que no ha querido tener ninguna interlocución con el PP, quiere desarrollar una política de Estado hacia Cuba, le corresponde a él tomar la iniciativa, y tendremos que buscar esa política, pero me temo Borrell, como Sánchez, es prisionero de sus socios minoritarios. La mano del PP siempre estará tendida.

Luego está la realidad de la isla, y hoy hay más presos políticos que antes de la distensión con Barack Obama. Se está proponiendo una nueva Constitución que no va a ser ni discutida ni aprobada abiertamente por el pueblo cubano. Al mismo tiempo, hay signos que apreciar, como la apertura en algunos sectores económicos y sociales. Pero la línea roja es que el régimen tenga presos políticos, como es el caso de Eduardo Cardet, el principal líder de la oposición. La visita del presidente del gobierno y, posiblemente, de los reyes entra en esa importancia que tiene Cuba para España. Pero es esencial que las autoridades cubanas hagan signos visibles y den pasos hacia la apertura y una transición democrática en la isla.

 

Antón Gómez-Reino | Diputado por A Coruña de Unidos Podemos-En Marea. @AntonGomezReino

En los últimos años, fruto de la falta de iniciativa y la ausencia de posición propia en política exterior, así como de la nula comprensión del contexto latinoamericano en general y cubano en particular, el Estado español ha malogrado la posición privilegiada que históricamente hemos tenido en las relaciones con Cuba y el resto de América Latina.

Es imprescindible dar un giro de 180 grados a esta situación. Por motivos culturales y geopolíticos, urge que la política exterior española se transforme y España vuelva a ser un interlocutor de primer orden, desarrollando una relación menos asimétrica con la isla y un diálogo más constructivo con el pueblo cubano. Reconociendo, además de su soberanía, el papel fundamental de Cuba como actor en la cooperación y desarrollo de América Latina, así como en procesos de paz que, como el colombiano, son fundamentales para el equilibrio de la región.

Ser –con todas las implicaciones positivas que conlleva– la puerta de Latinoamérica hacia Europa implica un doble ejercicio. Para ejercer un papel activo en los cambios que se están desarrollando en Cuba, España debe comprender que las transformaciones políticas, económicas y democráticas que puedan darse deben ser producto de las decisiones legítimas del pueblo cubano. Apoyar el fin del bloqueo es un paso imprescindible, además de un imperativo humanitario y un avance en la posibilidad de articular relaciones económicas equilibradas con Cuba. Para todo ello, es imprescindible desarrollar una política de Estado. El Estado español y los pueblos de una España plurinacional nos jugamos nuestra relevancia en la construcción de un multilateralismo democrático, que precisa de Cuba y de América Latina como socios activos.

 

Javi López | Diputado del Parlamento Europeo por el PSC-PSOE. @fjavilopez

Con el nuevo marco europeo de relaciones establecido con el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre UE-Cuba, en vigor desde noviembre de 2017, a España le toca desempeñar un papel de liderazgo en las relaciones con la isla que requiere de una política de Estado. El acuerdo, que da un definitivo carpetazo a la cerrazón de la Posición Común, apuesta por la intensificación de las relaciones diplomáticas y económicas con Cuba como método para una influencia positiva sobre la vida de los cubanos. Una relación que debe ser basada en el respeto y la sinceridad, también sobre las reformas políticas y socioeconómicas que la isla necesita. Si esta nueva estrategia de la UE concitó el apoyo del gobierno de Mariano Rajoy en el Consejo Europeo y la mayoría necesaria en el Parlamento Europeo es incomprensible que en la política nacional no pueda utilizarse como estrategia de Estado compartida.

En último lugar, la positiva visita a Cuba de Pedro Sánchez, anunciada recientemente, nos brinda una magnífica oportunidad como país para desplegar nuestra influencia regional y mejorar nuestras relaciones bilaterales, aplicando así lo que es ya una estrategia Europea. Durante los últimos años, visitaron la isla el expresidente francés François Hollande y el exprimer ministro italiano Matteo Renzi, mostrando así cómo podríamos quedar rezagados en este aspecto.

 

Juan Francisco Montalbán | Embajador de España en Cuba entre 2012 y 2017

En ocasiones, muy contadas, el impulso de las relaciones entre dos países, cuando son densas, intrincadas y exigen un aliento consensual y de largo plazo, ha de comenzar por un encuentro entre sus más altos dignatarios, con una conversación directa, franca y política acerca de qué espera cada país del otro, cuáles son las expectativas que se guardan sobre el intercambio bilateral, qué nivel de asociación quieren construir, cómo han de colaborar juntos en la grandes causas internacionales. Es, en mi opinión, el caso de Cuba y España. Nuestro país, sin duda, desea la máxima vinculación con Cuba, en un ambiente constructivo y de amistad, y colaborar en la construcción de una Cuba mejor, para todos los cubanos. Lo avala además el gran volumen de nuestra relación, en el ámbito político, económico y comercial, de cooperación, cultural, consular y migratorio. Ha de hacerse de una forma integral, con todos los instrumentos sobre la mesa.

Hace muchos años que no tienen lugar visitas de Estado, un escenario inédito en América Latina que por ello augura gran potencialidad. Cuba pasa por una etapa histórica única, con relevo en su jefatura del Estado, reforma constitucional en marcha, anuncio de nuevas leyes de desarrollo de la misma y cambios económicos. En 2016 se firmó el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre la Unión Europea y Cuba, cuya andadura ahora comienza y al cual es preciso dotar con celeridad de contenidos óptimos. Las relaciones hispano-cubanas son seguidas con especial interés por la opinión pública española. ¿Quién mejor que nuestro presidente del gobierno podría explicar con detalle los escenarios que se van dibujando?

 

Mauricio Vicent | Periodista, durante 20 años fue corresponsal de El País y la Cadena SER en Cuba

El 3 de julio se celebró en Santiago de Cuba un homenaje por los 120 años de la batalla naval entre la escuadra del almirante Cervera y buques de guerra de la armada norteamericana comandada por William Thomas Sampson. A la conmemoración de aquel hecho, que supuso el fin de la Guerra de Independencia, no acudió nadie del ministerio de Defensa de España, los cubanos fueron hasta los que pagaron la tarja con los nombres de los 332 marinos españoles muertos en aquel combate. El hecho revela hasta qué punto España ha desatendido sus relaciones con Cuba, cuando por su carácter y profundidad estas debieran ir mucho más allá de quien mande en Cuba o en España en un momento determinado. Cuba es uno de los pocos países del mundo donde España cuenta de verdad. Solo tres datos económicos: una de cada cuatro empresas extranjeras en Cuba es española, la isla fue en 2017 el segundo receptor de exportaciones españolas en América Latina y prácticamente la mitad de la planta hotelera cubana está hoy operada por empresas de nuestro país.

Prácticamente la mitad de la población cubana –sino toda– tiene antepasados españoles. Y a diferencia de lo que ocurre en otros países latinoamericanos, en Cuba la gente está de verdad orgullosa de esta herencia. Hasta ahora las relaciones con Cuba han estado sujetas al albur de la política nacional y ha servido de arma arrojadiza entre los diferentes partidos. El gobierno de José María Aznar, al promover en la UE la famosa Posición Común, cedió a Europa la iniciativa de su política hacia Cuba, algo que no hace ningún país en un área de su influencia. Del mismo modo, los gobiernos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero fueron pacatos –por miedo a ser criticados por la oposición– al impulsar las relaciones bilaterales y establecer con La Habana puentes de cooperación verdaderamente sólidos. Esa es la tarea pendiente de España si quiere defender sus intereses y, de paso, que su política exterior sea respetada internacionalmente. Ya desearían otros países tener con Cuba las relaciones privilegiadas que España tiene.

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