Pocos países del mundo están tan pendientes de la guerra en Ucrania como Taiwán. Es lógico: su futuro y seguridad dependen en parte de su desenlace. Pese a que Pekín insiste en su neutralidad, los medios de comunicación chinos se han plegado a la propaganda del Kremlin, culpando a la OTAN de provocar la “operación militar especial” rusa con su ampliación al Este. Con la ayuda de programas y algoritmos de inteligencia artificial, los censores chinos borran de inmediato los mensajes contrarios a la guerra en redes sociales como Weibo. Si China ejerce algún tipo de presión sobre Putin para que negocie un fin al conflicto, lo está ocultando muy bien.
Xue Hanqin, la jueza china de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, unió su voto de disentimiento con el del juez ruso, Kirill Gevorgian, contra una declaración del tribunal que “ordenaba” a Moscú detener su campaña militar…

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