En la votación del 26 de enero de 2025, todos los candidatos opositores que figuraban en la papeleta eran leales al régimen. La verdadera oposición había sido encarcelada o forzada a huir del país. La líder opositora en el exilio, Sviatlana Tsikhanouskaya, calificó la elección como “una farsa construida sobre el miedo, la represión y la mentira”. Desde Varsovia, donde organizó una manifestación, reiteró su promesa de recuperar Bielorrusia para la democracia: “Los bielorrusos no han perdido la esperanza, un día regresaremos a casa más fuertes”.
La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas –que ha acordado mantener con el nuevo secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, la política de “máxima presión” hacia Rusia– denunció la elección como “ni libre ni justa”. La ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, lamentó “un día amargo para todos aquellos que anhelan libertad y democracia en Bielorrusia”.
El agravamiento de la situación para las libertades en el país está fuera de duda. Lukashenko, de 70 años, lleva 30 en el poder. A lo largo de estas décadas la represión se ha normalizado. En estas elecciones no ha habido movilizaciones populares. En cambio, en 2020, cuando Lukashenko ganó con el 80% de los votos, el país vivió una gran ola de protestas. La brutal represión del régimen llevada a cabo entonces contra los disidentes ha acallado a la sociedad bielorrusa.
Uno de los factores que ha enrocado la posición de Lukashenko es su papel como aliado estratégico de Moscú, en especial desde el inicio de la guerra en Ucrania. En su discurso tras la votación, el mandatario aseguró que “no tiene ningún arrepentimiento” por haber permitido que Rusia utilizara Bielorrusia como plataforma de lanzamiento para la invasión en 2022. Vladimir Putin es para el dictador como su “hermano mayor”, según…