La condena de la expresidenta Añez a 10 años de prisión por acusaciones de haber ocupado de forma ilegal el poder tras la renuncia forzada de Evo Morales en 2019 ha dejado fracturada a la polarizada sociedad boliviana. Según Morales y el oficialista MAS, la pena es “benigna” frente al daño que Añez causó a la democracia. La oposición considera el juicio ilegítimo de principio a fin. La defensa ha dicho que apelará dentro y fuera del país, con lo que el conflicto seguirá latente.
La principal víctima del proceso es el propio sistema judicial. Añez llevaba 15 meses en “detención preventiva” en condiciones penosas y no pudo defenderse ante el tribunal que la juzgaba por incumplimiento de deberes y por tomar resoluciones contrarias a la Constitución entre el 10 y el 12 de noviembre de 2019. El tribunal dictaminó que no se cumplió el procedimiento constitucional de sucesión, desechando…

Tres victorias islamistas, ¿y después?
La revolución debe continuar, su espíritu sigue vivo
ASEAN en el horizonte
Las causas del superávit comercial chino
Tras la muerte de Navalni
El futuro del control de las armas nucleares
Carta de América: Nunca es tarde para las sorpresas en Washington
Año decisivo para Af-Pak
Una agenda iberoamericana de las migraciones
Sobrevivir sin el gas ruso
Aumento del yihadismo
Agenda latina
Mercados sin vértigo a la escalada
¿Nuevas guerras monetarias?