En 1987, el 45% de los chilenos eran pobres; hoy son menos del 20%. Los temores no son gratuitos. Nunca antes había ganado unas presidenciales un candidato comunista ni tampoco un defensor del “gobierno militar” (1973-1989), como llama Kast al régimen de Augusto Pinochet. 

Johannes Kaiser –el tercer candidato, con Kast y Evelyn Matthei, de la derecha, que presentará una sola lista parlamentaria– dice que, en circunstancias políticas similares, apoyaría un pronunciamiento militar como el de 1973 “con todas sus consecuencias”.  Los temores parecen infundados, sin embargo.

Al frente del ministerio de Trabajo (marzo 2022-abril 2025), Jara supervisó las dos principales reformas –laboral y previsional– del mandato de Gabriel Boric, que en su tramo final mantiene un apoyo del 32%-35%.

Con un desempleo de un solo dígito (8,9%), un crecimiento del 2,4% en 2024 y la bolsa de Santiago encadenando meses de subidas, los analistas apuestan por la solidez institucional chilena, que de cualquier modo va a tener que hacer frente a presiones externas: los aranceles del 50% que quiere imponer Donald Trump al cobre, su principal exportación (17.000 millones al año).

En 2024, Kast visitó las cárceles salvadoreñas para aprender las lecciones que Nayib Bukele podía darle en la lucha contra el Tren de Aragua. En marzo, un tribunal de Arica condenó a 560 años de cárcel a 31 miembros venezolanos de la banda por cargos de extorsión, secuestro, tráfico de drogas y personas.

Esas cifras explican por qué Kast cree que sus promesas de mano dura le llevarán al Palacio de La Moneda. Desde 2015, la tasa de homicidios se ha duplicado, aunque con 6,1 por 100.000 habitantes, es cercana a la de EEUU (5,8). Todavía las cifras nacionales están muy lejos de alcanzar las de Ecuador (46), Venezuela (41), Colombia (25) o México…