Desde hace tiempo, los mandatarios estadounidenses, tanto demócratas como republicanos, han instado a Europa a incrementar su gasto en defensa y a reducir su dependencia de Washington. Después de siete años desde que se anunciara la PESCO y varios años de debates bizantinos sobre conceptos como los de “autonomía estratégica”, los europeos no han hecho los deberes.
Sin embargo, la administración Trump pone ahora a Europa ante la amenaza inminente de una OTAN sin Estados Unidos como espina dorsal. Las declaraciones del presidente americano sobre la posibilidad de dejar desprotegidos a los aliados, su abierta disposición a negociar con Rusia sin consultar a Europa y su repetición de un argumentario calcado del Kremlin, han dejado claro que la alianza ya no existe tal y como la conocíamos.
Los líderes europeos empiezan a asomarse a la magnitud del problema. En una reunión de emergencia en París convocada por Emmanuel Macron,…

Baño de realidad para las tecnológicas
La era del gasto público
Taiwán ante un escenario desconocido
El coste de las deportaciones
Aprender de Shakespeare