La economía del país vive un momento cíclico pero estable, una tasa de paro próxima al mínimo histórico (inferior al 4,5% de la población activa), un ritmo de crecimiento que resiste por encima del 2% interanual (estimado en el 3,6%) y una inflación moderada (del 3% interanual). Esta situación –que debería ser cómoda de gestionar para cualquier banco central– contrasta con la realidad que sufre la Reserva Federal, que debe responder a las presiones crecientes de Trump
En su última reunión, celebrada la semana pasada, la Fed bajó en 25 puntos básicos los tipos de interés, aunque lo hizo con una división poco habitual: nueve votos a favor por tres en contra, estos últimos correspondientes a miembros designados por Trump. El presidente de la Fed, Jerome Powell –nombrado también por Trump en su primer mandato– ha resistido hasta ahora las presiones del Ejecutivo.
En la rueda de prensa posterior a la reunión explicó que hubo una tensión inusual en el seno del Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés). Los tres representantes próximos al presidente defendieron la necesidad de tener en cuenta la debilidad en la creación de empleo y solicitaron un recorte más agresivo, de 50 puntos básicos.
De cara a 2026 la Reserva Federal se enfrenta a cambios que pueden resultar trascendentales para su futuro. El mandato de Powell como presidente de la entidad expira el próximo mes de mayo, lo que deja por delante únicamente tres reuniones, de las cuales solo una incluirá una revisión de las previsiones económicas. A partir de entonces, Powell continuará como gobernador –cargo que mantendrá hasta el año 2028– pero ya no ocupará la presidencia de la institución.
Trump ha anunciado que ya ha empezado una ronda de contactos con sus economistas más cercanos para elegir su sucesor….
